Afortunada yo,
afortunada yo que sé lo que es querer-SE y poder confiar.
Afortuna de saber que el amor estuvo siempre ahí,
donde el instinto no descansa,
donde la alegría no se sacia.
Donde el control y el descontrol se cogen de la mano.
Donde las mariposas del estómago permanecen y prevalecen.
Donde mi gato más salvaje sigue vivo y las ganas de correr hacia la hoguera más ardiente no se apagan.
Donde los miedos no existen.
Donde las dudas vuelan y las ganas de bucear entre las aguas movedizas son como un jacuzzy entre mis piernas.
Sin miedos.
Sin dudas.
Con ganas.
Pasión.
Decisión.