Esta Navidad no quiero regalos.
Si te quedas conmigo,
regálame un susurro al oído con mucho amor del bueno.
Ese abrazo de los que te dejan sin aliento.
Un gesto bonito como el de aquella tierna caricia.
Una mirada penetrante y cómplice,
y esa increíble sonrisa que me derrite aún con el frío invierno.