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¿Qué le pedirías a los Reyes Magos?

Reyes Magos
Fuene: Parents.fr

La nieve caía incansablemente, el frío había llegado antes de lo normal y ese día no se podía salir a la calle. Mario pegó su cara al cristal helado de la ventana, miraba al exterior. Era pequeño pero sabía de la vida más que cualquier otro niño, sus ojos contemplaban caer la nieve.

“No pedía juguetes, ni regalos caros, solo pedía una cosa, unos padres”

La Navidad se aproximaba y como cada año él solo deseaba una cosa, algo que ya le parecía lejano e irreal. No pedía juguetes, ni regalos caros, solo pedía una cosa, unos padres. Unos padres que lo quisieran, lo abrazaran y lo cuidasen. Creía que no era demasiado, que no era algo imposible, pero llevaba tanto tiempo pidiendo lo mismo que ya le parecía inútil llorar por conseguirlo.

Ese año había decidido no escribir la carta a los Reyes Magos, creía que no las leían. Año tras año pedía lo mismo sin éxito alguno y en esa ocasión renunció a volver a intentarlo, ya no tenía fuerzas para otra desilusión. De repente apartó su nariz del cristal, se sobresaltó, algo le decía que tenía que escribir esa carta, que no podía rendirse, que los sueños no se cumplen si uno no lo intenta. Cogió lápiz y papel y comenzó a escribirla como cada año: “Queridos Reyes Magos, solo os pido una cosa, algo que quiero más que nada”. La terminó y decidió echarla inmediatamente. Cogió su abrigo y salió de la casa sin que nadie lo viese.

“Una ráfaga de viento lo tiró al suelo y apartó la carta de sus manos”

Ese día hacía mucho viento y el temporal empeoraba por minutos, pero Mario no se rendía, tenía que llegar al final de la calle y echar la carta en el buzón. Una ráfaga de viento lo tiró al suelo y apartó la carta de sus manos. Se levantó e intentó cogerla pero la carta, movida por el viento, comenzó a ascender. Mario no pudo hacer nada y a los pocos segundos el sobre había desaparecido de su vista, sus sueños se habían ido volando. Corrió a la casa llorando, después de todo y ni siquiera había conseguido llegar el buzón. Lo había intentado, pero ya no podía hacer más.

Mientras, en otro lugar, tres Reyes Magos recibieron una inesperada carta. Tras leerla quedaron tan conmovidos que se pusieron manos a la obra para poder darle a ese niño el mejor regalo que nunca les habían pedido.

“Durante días Mario se asomaba cada día a la ventana para ver si encontraba algún rastro de su carta, seguro que estaba ahí, bajo la nieve. Pero nada”

La Navidad llegó y nadie conseguía sacar una sonrisa al pequeño. Pasaron las celebraciones y casi al final de las fiestas, un día ya pasada la media noche alguien llamó a la puerta, todos se sobresaltaron. Abrieron y tras ella apareció un matrimonio joven, su coche se había estropeado y pedían permiso para pasar y llamar por teléfono. Mientras el hombre llamaba, la mujer se acercó a los niños que correteaban a su alrededor, todos menos Mario, que se encontraba en un rincón. La mujer se acercó hasta él, lo miró, “¿Mamá?”dijo él, “no te preocupes pequeño, ahora me tienes a mi”. Mario la abrazó con fuerza, quizá su sueño si se podría cumplir.

“La gente dice que si vas en Navidad a ese pueblo y te acercas a la casa, verás a un niño con ojos tristes asomado a la ventana”

Han pasado muchos años y la casa está abandonada, pero la gente dice que si vas en Navidad a ese pueblo y te acercas a la casa, verás a un niño con ojos tristes asomado a la ventana.

Carolina Aznar

Apasionada del mundo de las bodas. Periodista, lectora, soñadora y mamá.

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