Artículo coescrito por Natalia Pedrajas, Carla Rodríguez y Katya Vázquez
¿Cómo se forma nuestra autoestima en la vida? ¿Qué aspectos hay que tener en cuenta para trabajarla? ¿De qué depende?
Desde que nacemos comenzamos a obtener información sobre quiénes somos. La más relevante los primeros años es la que nuestro entorno nos da sobre nosotros mismos, siempre aludiendo a quiénes somos y cómo somos: “Eres muy listo”, “eres desordenado”, “¡qué guapa eres!”, “eres muy cabezota”… y siempre acompañado de un tono emocional que hace que asociemos esas cualidades con la forma de relacionarnos con nuestro entorno, e incluso cómo nos sentimos en determinadas situaciones.
“En la vida adulta de una persona hay que comprobar cómo son los cimientos de esa identidad que hemos construido”
Seguidamente, sobre los 7 años comenzaremos a observar a los demás y a compararnos con ellos, comenzando así a generar nuestro propio autoconcepto de quiénes somos y sobre todo cómo nos vemos, y de esta forma vamos construyendo nuestra identidad de una forma más consciente. Ahora ya somos nosotros los que nos decimos cómo somos o cómo no somos y lo hacemos en función de aquello que nos han repetido desde siempre, en función de la interpretación de las experiencias que nos van ocurriendo y en comparación siempre con los demás, generalmente con aquellas personas con las que nos sentimos identificados o a las que nos gustaría parecernos.
Pero llega un momento en la vida adulta de una persona que hay que comprobar cómo son los cimientos de esa identidad que hemos construido. Si son fuertes pero adaptables, nuestra autoestima no se verá tan dañada. Querrá decir que somos capaces de atrevernos a actuar (hacer, decir…) sin miedo a fallar porque sabemos que nuestra identidad no depende únicamente del resultado de nuestras acciones. Este trabajo está directamente relacionado con esa identidad que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida, y a la capacidad de sentirnos orgullosos y reconocer nuestros logros y cualidades.
Como se muestra en el siguiente gráfico, hay una serie de pasos que podemos ir dando para afianzarnos y querernos más. ¿Te atreves a hacer una prueba? Mira los peldaños que te hemos propuesto en la pirámide de la autoestima, y pregúntate si llegarías a subir la escalera:
Multitud de motivos de consulta en psicología incluyen el “aumento de la autoestima” como objetivo terapéutico. Sin embargo, las estrategias para aumentar la autoestima directamente, van dirigidas más bien a trabajar el orgullo como una emoción saludable, que nos protege y nos ayuda a valorarnos. Por ello, los ejercicios y las herramientas que podemos aprender van enfocadas a crear un concepto más concreto de nosotros mismos, que se pueda abordar de manera más tangible, para que de verdad consiga poner unos pilares sólidos a la verdadera estructura interna que nos da sostén, que es la identidad de la persona y el amor hacia sí mismo.
Potenciar nuestra autonomía, deshacernos de creencias limitantes, conectar con la admiración hacia nosotros mismos, son algunas de las estrategias que son más útiles para reparar una autoestima dañada.
Como explica Robert Fisher en “El caballero de la armadura oxidada”, no debemos olvidar nunca que el orden adecuado parte del autoconocimiento, pasa por la autoaceptación y solo al final podremos llegar a la autovaloración. Si quieres saber más, estaré con Katya Vázquez y Carla Rodríguez el próximo sábado 29 de febrero en Villalba dando un curso vivencial con herramientas y ejercicios, para trabajar la autoestima, ¿te gustaría venir?
Artículo coescrito por Natalia Pedrajas, Carla Rodríguez y Katya Vázquez.