La figura materna a largo de la historia ha sido representada como aquella figura protectora, amorosa, comprensiva, dispuesta a brindarnos soporte y ser guía a lo largo de nuestra vida, pero qué pasa cuando la salud mental de esta persona no se encuentra en la mejor condición. Se habla muy poco del malestar psíquico significativo que pueden llegar a sufrir estas mujeres durante el embarazo o después del parto, pero este número no es pequeño tanto que según la ONU el 25% de las embarazadas pasaran por algo como esto.
“La estabilidad emocional y psicológica de las madres es fundamental para el desarrollo y crecimiento de los hijos”
Los alcances numéricos varían notablemente dependiendo de los estudios y contextos, existe un tabú con respecto a este tema debido a la idea permanente que durante el embarazo y posterior a él, la madre debe estar feliz y sentirse dichosa, pero precisamente este cambio hormonal en todo su cuerpo sumado a la falta de información sobre el puerperio, genera que muchas caigan en un estado de tristeza, desconformidad con su cuerpo, desórdenes alimenticios, irritabilidad, confusión, desilusión y una serie de síntomas que podría significar que este periodo de tiempo variable (2 a 3 años) donde el cuerpo se adapta nuevamente no ha acabado o en casos más graves que podría estar cayendo en una depresión o cuadro de ansiedad post parto.
Y, ¿por qué la salud mental de la cuidadora principal es tan importante? Porque los cuidados van más allá de satisfacer necesidades físicas, en los primeros años de vida se desarrolla el apego emocional este vínculo afectivo que se manifiesta en momentos de estrés o miedo en busca de la seguridad, si su cuidadora principal en este caso la madre no se encuentra estable a nivel emocional o psíquico es muy probable que no se desarrolle un apego sano trayendo consecuencias en sus futuras relaciones interpersonales.
“Lo ideal es buscar herramientas que nos permitan ayudar, como por ejemplo ser parte de su red de soporte emocional”
Existen 4 tipos: el apego seguro, apego evitativo, apego ambivalente y el desorganizado-desorientado , cada uno de ellos se van evidenciando a medida que pasan los años a la vez que se evidencian los estilos de crianza con los que crecieron, cabe aclarar que en el desarrollo de apego influyen ambos cuidadores, ya que estos se retroalimentan mutuamente y si una de las partes no se encuentra bien el otro se verá afectado. Sin embargo lejos de atribuirle mayores miedo y responsabilidades a la madre lo ideal es buscar herramientas que nos permitan ayudar, como por ejemplo ser parte de su red de soporte emocional, lo esencial es que no se sienta sola ni anulada por esta nueva etapa, que no olvide que el ser madre es una parte más de ella y no el todo, buscar brindarle información necesaria y oportuna para detectar cuando necesite ayuda extra, tratar de recuperar con los meses la autonomía que se vio disminuida en esta etapa. En fin, cuidar a las madres es cuidar la vida, por eso también es tan importante que la maternidad sea deseada.