Marcharse sin pedir permiso también es un derecho. Incluso por encima del inevitable proceso al provocar profundos vacíos, espacios irremplazables, desconciertos desgarradores y ausencias insuperables.
Decidir cerrar puertas es tan válido como determinar abrirlas. Empacar el equipaje sin boleto de retorno es absolutamente respetable y además, requiere de una valentía y un coraje extraordinarios. Extender las alas para volar es una determinación que nada tiene que ver con la demencia. Al contrario, pertenece exclusivamente a los valientes.
“Ningún ser humano, ninguno de nosotros hemos venido al mundo con la obligación intrínseca de cubrir las expectativas de nadie”
Habiendo llegado a este punto, en estas circunstancias no deberíamos olvidar que juzgar deliberadamente al heroico no es más que una conducta cobarde. Al contrario, intentar empatizar, entender y explorar sentimientos que a priori no somos capaces de comprender mientras hacemos el ejercicio adulto de reconocer de una vez por todas que somos dueños absolutos de nuestras vidas, es una decisión más humana, auténtica y terrenal, en comparación a cualquier imposición arraigada en lo que otros consideran políticamente correcto.
Ningún ser humano, ninguno de nosotros hemos venido al mundo con la obligación intrínseca de cubrir las expectativas de nadie. Ni siquiera las de nuestros padres. Simplemente, aterrizamos sin un manual de instrucciones (a veces tan necesario) y a pesar de todo, desde que tenemos el mínimo atisbo de conciencia (algunos más que otros) intentamos desempeñarnos lo mejor posible como hijos, hermanos, amigos, padres y por supuesto, como prójimo. No me cabe la menor duda de que en algún punto todos nos esforzamos por ofrecer lo mejor de cada uno en nombre del amor, el respeto, de la admiración y el agradecimiento que sentimos por nuestro núcleo de seres queridos.
“Respetémonos los unos a los otros”
Lo anteriormente expuesto es la teoría de los anhelos. Se trata de un ideal que en principio todo el mundo se impone de cara a aceptar la vida tal como nos toca o como decidimos que nos toque. Lo que ocurre, es que si bien es cierto que “La Vida es Bella” como clamaba Roberto Benigni; también existe la otra cara de la moneda, donde en determinadas ocasiones irremediablemente el dolor acaba venciéndole el pulso a la voluntad. Y no olvidemos que esa decisión personal es tan respetable y admirable como otras.
Respetémonos los unos a los otros. Seamos menos egoístas e inmaduros intentando que los demás cumplan con nuestras expectativas y mandatos basados en la ceguera del ego. El amor es tolerancia, comunicación y capacidad de escuchar renunciando al secuestro de “La Verdad”. ¿Qué verdad? ¿La tuya o la del otro? ¿Sobre qué verdad estamos hablando, si no hay nada más subjetivo que ella misma? Más conciencia y menos arrogancia. He ahí el quid de la cuestión.
“Apoderarnos de verdades efímeras, mutantes y subjetivas”
Tras cinco años de ausencia este es mi homenaje a ti, a tan solo pocas horas de tu cumpleaños 6/7. Un homenaje cargado de cariño y admiración. Sé que siempre estás cerca y sé perfectamente que te encuentras donde quieres estar.
Aquí, en este plano donde lamentablemente seguimos enfrentándonos en el campo de batalla luchando para apoderarnos de verdades efímeras, mutantes y subjetivas, continuamos echándote de menos.