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El traje de heroína me queda grande

heroína
Fuente: Erika Jensen

Hace algunos días, mientras llevaba a mis hijos a la escuela, teníamos una de esas conversaciones etéreas que solo son posibles en un círculo de plena confianza y paz. El tema era muy sutil: acababa de sacar un curso intensivo para aprender a publicar libros y algunos escritos. Seguramente, en otra vida fui más especial que en esta. En la plática mi hija me dijo: “Mamá si tu escribieras un libro, yo lo leería. Me gusta mucho como escribes, no es aburrido, es tal y como siempre me hablas a mí y siento que es como si me estuvieras contando una historia”. Es obvio que esos mensajes llegan al corazón, pero mi respuesta fue sencilla: “Amor, tú leerás lo que yo escriba porque tú me amas”.

“He sacrificado la estabilidad de mis hijos en más de una ocasión por mi eterna búsqueda de la felicidad”

Pequeños episodios de mi vida, como este, me hacen caer en una espiral de dudas y cuestionamientos la mayor parte del tiempo. Digamos que no soy una mamá convencional, soy de las que siempre persiguen sueños, de las que odia ir a las reuniones de la escuela, de las que solo ha ido a dos piñatas de los compañeros de sus hijos – y seguro que fui bajo amenaza de muerte -. De las que tiene más vida social que sus hijas adolescentes, más tatuajes, piercings y que ha probado el 99% de la colorimetría del cabello. Aún así, siendo sincera conmigo misma, pienso que he sacrificado la estabilidad de mis hijos en más de una ocasión por mi eterna búsqueda de la felicidad. 

Contribuyendo a la humanidad, traje a este mundo tres hermosas mujeres y un guapo caballero. Sí, todos los padres decimos lo mismo, pero yo sé que mi Cuarteto Maravilla es excepcional, su lista de talentos y habilidades es demasiado larga como para transcribirla sin que consideren que me falta humildad, y por eso necesito alabar algunos de ellos:

  • Analucía, recién en la mayoría de edad – aún trato de acostumbrarme a ese hecho sin que afecte mi moral porque no creo que me haga más vieja tener una hija de dieciocho años -, es una niña que entiende la vida, que no se complica por nada, que siente hermoso, posee belleza e inteligencia. Chia, como le llamamos cariñosamente, está en ese período de la vida en el que cree que se va a comer el mundo y llena de sueños. 
  • Erica, dieciséis, es la única de mis hijos que me da miedo. Un tatuaje nuevo de Mamá debe ser socializado entre todos los hermanos antes de contarle a Erica, porque lo primero que ella haría es darme su opinión y “el look” diciéndome en un tono muy casual y cargado de reproche “Mamá”. Detrás de esa exigencia existe una niña hermosa, con una capacidad de albergar emociones que me conmueve hasta la médula e incrementa la sensación de culpabilidad conmigo misma.
  • Jimena, doce, quién seguramente me sacará las canas verdes, que se verían si no me pintara el pelo con tanta frecuencia. Demasiado inteligente para mi bien y con el don innato de mandar. Lo que Jimena quiere, Jimena tiene. Es mi fotógrafa, diseñadora y maquilladora. Yo soy su muñeca y ella es mi mamá. Es única por su manera de pedir, aconsejar y expresarse. 
  • Por último, Juan Carlos o Paky, diez, este es mi enamorado eterno, mi príncipe destinado al éxito. Maneja infinita información gracias a Youtube y a su amor por la lectura. No le lleves la contraria o perderás. Su empatía es enorme, hasta el punto que ve cuando estoy cansada o triste y se acerca diciéndome “ Mamá, se nota que necesitas un abrazo”.

Pocas veces se han quejado de la vida que les he dado, mudándonos de una ciudad a otra, separándolos entre hermanos, alejándoles de Papá y conociendo los nuevos novios de Mamá.

“Aunque me equivoque y les haga sufrir, sigo siendo su heroína”

¿Por qué ese cargo de conciencia o tristeza? ¿Por qué esa incomodidad si mis hijos son tan fabulosos? Es simple, aunque me equivoque y les haga sufrir, sigo siendo su heroína. Ellos son capaces de ver algo en mí que ni yo soy capaz de ver, me ponen en un pedestal del que creo que solo ellos pueden sostenerme ahí. Aman mi naturaleza y la entienden probablemente mejor que yo. 

Hace poco fue el día de la Madre y Erica me mandó un mensaje que inundó mis ojos mientras conducía de vuelta a casa, la que comparto con los dos menores de mis hijos y a 276km de distancia de los otros. Unas hermosas líneas diciéndome lo especial que soy, que estaba orgullosa de mí y que era el mejor ejemplo que ella podía pedir. 

No sé qué he hecho para merecerlos, pero soy su heroína loca, la que no mide peligros, la que está siempre en movimiento y la que dentro de su propia realidad es consciente que no los pone primero.

Hay ocasiones en las que su cariño me sabe inmensamente grande y sé que nunca podré hacerles el suficiente honor a su devoción por mí. Pero reconozco que sembrar en ellos es la seguridad de que los sueños se persiguen mientras se tiene energía, que no valen excusas, no aceptéis un no por respuesta y no dejéis que otros conduzcan vuestras vidas.

“Ahora me toca volver a ajustarme la capa de heroína y esperar para ver a mis niños florecer”

Exponeos al mundo y es el mundo quién saldrá ganando. Ahora me toca volver a ajustarme la capa de heroína y esperar para ver a mis niños florecer, sin tener esa sensación egoísta de que yo los hice así, no, el mérito es de ellos, ellos se moldearon solos y a la perfección.

Erika Jensen

Productora y presentadora de TV con ganas de comerse el mundo.

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