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“Tengo ganas de meterme al mar desnuda”

Fuente: guff.com

Los días en cuarentena pueden volvernos locos a unos y a otros nos hacen perder lo que creemos que ya no necesitamos. El pudor por ejemplo.  Mis días los he pasado cerca del mar con dos amigas, a estas alturas vamos a la playa en calzones. Eso del pudor no nos preocupa, nos decimos ¡y ya qué! 

Ya andamos casi que en sostén y calzón todo el día. Desayunamos juntas y luego cada una tiene su espacio. 

Cada una tiene algo qué hacer. Una se va a la playa a leer, otra se acuesta en una hamaca a hacer una videollamada. Yo en cambio me quedo viendo películas que ya me he visto (la vieja confiable).

“Tengo ganas de meterme al mar desnuda”

“Pierdo el tiempo” me digo, “pero no es perderlo” me contesto enseguida, pero me vuelvo a preguntar -como golpe bajo-: “¿Por qué no me aventuro a ver películas nuevas?” “¿Me da temor acaso que me decepcione y en realidad no estoy para decepciones?” —No en esta cuarentena, me respondo al fin. Me cuido, soy cautelosa en las películas, por eso me vuelvo a ver las que más me gustan, escojo a veces películas fáciles de ver, graciosas, todo tranqui. De vez en cuando escojo una que me haga llorar, ya saben, para sacar un poquito la tristeza por todo lo que pasa en el mundo.

Pero mejor sigo hablando del pudor, que cada día con mis amigas lo perdemos de a poco. Tengo ganas de meterme al mar desnuda -nunca antes lo he hecho-  y este, al parecer es un cuadro perfecto, tengo la playa cerca y como estamos en cuarentena, la gente no sale, pero quién sabe, meterse al mar desnuda es una cosa en la noche, pero y ¿en el día? 

Cambiemos de tema de nuevo, hablemos de películas, en donde me digo: Eso de “no ver películas que me decepcionen”, creo que lo hago más, para evitar alguna emoción en particular. Busco películas fáciles de ver, no complicadas, sencillas, que no me hagan cuestionar nada. Porque no quiero ahora cuestionarme nada. Suficiente digo yo, con todo el horror de la vida real. No quiero pensar si estoy o no haciendo algo correcto. Quiero estar tranquila, por eso miro películas tranquilas. 

“No me cansaré de repetir lo lindo que es surfear las olas con nuestro cuerpo”

Volvamos al pudor mejor, volvamos, porque mis amigas y yo lo estamos perdiendo de a poco. Casi no nos importa salir de la ducha desnudas para buscar la toalla que se nos olvidó llevar para ducharnos. O salimos al balcón con las tetas al aire a buscar ese traje de baño colgado en la baranda. Es que, ya no importa, creo que siempre ha sido algo que nunca ha importado tanto o que no debería importar. Si buscamos la definición de pudor, encontramos que es “la vergüenza de exhibir el propio cuerpo desnudo o de tratar temas relacionados con el sexo.”  Y me sigo preguntando: ¿Esto es ahora importante? (…)

El otro día nos metimos en calzones al mar, sí, nada de diferente con un traje de baño, pero la ropa interior al parecer es más fina, no todas son apretadas y pues…en el mar hay muchas olas. Fue divertido. No me cansaré de repetir lo lindo que es surfear las olas con nuestro cuerpo. Dejarte llevar. Salir y acostarte en la arena y volverte a meter para quitarte la arena, aunque eso no es posible del todo. Y lo disfrutamos sin pudor, ese es el punto a donde quiero llegar.

Mi catarsis para pasar estos días es ver películas. Creo que hay películas que “te convencen” de hacer algo, puede que me motive más a escribir o que me motive a mandar todo a la mierda, ¡a la mismísima mierda! Y lo segundo es a lo que temo.

Esto lo comprendí con la peli “The secret life of Walter Mitty”, que es de esas películas que te contagian las ganas de hacer algo que nunca habías hecho, o de escribirle a alguien, o de decir lo que en realidad piensas. Esas películas que te dan libertad, que te hacen olvidar tu situación personal y piensas que te puede pasar lo mismo a ti. O también, así mismo te hacen cuestionar lo que estás haciendo con tu vida. Pueden conflictuarte. Las películas son una ruleta de emociones.

“El poder de las películas está subestimado”

En fin, decido ser menos pudorosa y reconfortarme en las películas que me recuerden que cuando las vi, fue en un pasado sin virus, cerquita de gente linda y, sobre todo, con el corazón tranquilo.

Termino hablando del punto principal, del pudor, y me digo a mi misma:

 —A la mierda como todo, despojémonos.Y quizás termine desnuda en el mar, a plena luz del día, después de ver la película que me motive a hacerlo.

Patricia Tamayo

Ficciona historias reales, cree que a veces es necesario para que la verdad salga a la luz.

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