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Soy una persona altamente sensible (PAS)

Fuente: Eli DeFaria/Unsplash

Hola, me llamo Blanca, soy una persona altamente sensible (PAS) y contaré mi historia  por si a alguien le puede ayudar. 

“Se ha detectado que entre un 15 y un 20% de la población es altamente sensible”

Siempre vi en mí una diferencia relevante respecto a la gente que me rodeaba, ¿cuál era esa diferencia? Todo me afectaba más que a la mayoría de las personas. Todo lo pensaba más. Percibía más estímulos, sensoriales y emocionales. Vivía con demasiada intensidad, lo bueno y lo malo, los momentos de alegría y de tristeza, la diversión y el aburrimiento, lo agradable, por elemental que fuera, y lo desagradable. Esto, en mi infancia, me originó inseguridades, timidez, el eterno llanto fácil y la eterna acusación “eres demasiado sensible, no puedes dejar que todo te afecte tanto”. Y así viví más de treinta años. 

Hace unos años llegó el día en que puse nombre a esa diferencia, a esa carga que llevaba a cuestas y que no acababa de comprender. Apareció en la televisión una noticia que me conmovió: “Se ha detectado que entre un 15 y un 20% de la población es altamente sensible”. ¿Altamente sensible? ¿Había creado alguien ese término? ¿Acaso estaría relacionado con lo que yo sentía dentro de mí? Acababa de identificar lo que llevaba una vida sintiendo. 

“Se trata de una altísima capacidad para percibir sutilezas a través de los sentidos”

Entonces compré libros, comencé a leer sobre el tema y, en definitiva, empecé a conocerme mejor. Recuerdo aquel momento en La Casa del Libro, con el ejemplar “El poder de la sensibilidad” de Kathrin Sohst en mis manos, leyendo la contraportada y viéndome reflejada en cada una de sus palabras: “hablamos de alta sensibilidad cuando alguien posee un sistema neurosensorial más desarrollado que la mayoría de la gente”. Y esto ¿en qué se traduce? Una PAS percibe muchos más estímulos de todo tipo que una persona con una sensibilidad estándar. 

En cuanto a lo perceptible, a una PAS le molesta el ruido y el bullicio más que a la mayoría de las personas, prefiere trabajar por su cuenta en absoluto silencio y rechaza visceralmente los olores fuertes. La cafeína y el alcohol le alteran más de lo habitual, evita ver escenas violentas porque le afectan y tiende a manifestar alguna reacción alérgica. En definitiva, se trata de una altísima capacidad para percibir sutilezas a través de los sentidos.

“La importancia de detectarlo en la infancia, conocerlo y poder comprender qué le ocurre a un niño/a”

En cuanto a lo no perceptible, los principales rasgos de una PAS son la profundidad de procesamiento (analizar muy profundamente los pensamientos), la gran emocionalidad (intensidad en cada emoción, vivir en una montaña rusa) y la empatía (en ocasiones excesiva). Para que una PAS se sienta a gusto, digamos que tienen que darse más condiciones que en el caso de personas no altamente sensibles. En la vida estándar de hoy día, sentimos la amenaza de sufrir un exceso de estímulos sensoriales, una saturación sensorial, que se suele traducir en estrés o dolores. Las PAS suelen ser muy perfeccionistas, algo idealistas, desconfiadas y vulnerables. Pero no todo es negativo. La alta sensibilidad se relaciona con la creatividad, la colaboración por encima de la competitividad, la gran intuición, el elevado sentido de la justicia, la incomprensión de la violencia y la mayor compresión hacia los demás.

Ser altamente sensible es un rasgo de tu personalidad, algo que llevas contigo desde niño. Creo firmemente en la importancia de detectarlo en la infancia, conocerlo y poder comprender qué le ocurre a un niño/a, ahora que afortunadamente se conoce y se escribe sobre el tema. 

“Las PAS han de aceptarse a sí mismas en primer lugar”

Al fin y al cabo, las personas altamente sensibles necesitamos ritmos de vida más simples y tranquilos, momentos y ambientes calmados, “permiso” para emocionarnos sin ser penalizados, oportunidades para dar salida a nuestra creatividad, contacto con la naturaleza, un buen descanso (descansar bien nos ayuda a procesar las experiencias diurnas para restarle parte de su impacto emocional), relacionarnos con personas inteligentes y empáticas, tiempo para cultivar nuestra vida interior… Conocernos y cedernos el espacio y la calma que necesitamos nos ayudará a superar limitaciones o frustraciones, a ver esta parte de la personalidad como algo positivo. En el caso de los niños, enseñarles que la sensibilidad no es una debilidad, hará que en su madurez convivan en paz con estos rasgos.

En definitiva, las PAS han de aceptarse a sí mismas en primer lugar, su entorno ha de ayudarles en la medida de lo posible, comprender sus particularidades como cualquier otra diferencia de personalidad, dejarles espacio y no juzgarles. Porque, al fin y al cabo, todos somos distintos; y si no fuera así, el mundo sería un lugar aburrido.

Blanca Cobo

RRHH en organizaciones. Le gusta viajar, leer, el mar, la música y el arte.

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