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Que te digan “masculin@ o femenin@” es una mierda

Origen de la foto: blog.topdeck.travel

Soy una mujer (intento no hacerme de menos con el término “chica”) de 35 años. No sé cual es el término que define mejor mi sexualidad ahora mismo, tampoco importa mucho ni creo que sea algo fijo en el tiempo. Entro en el perfil de “mujer femenina” en general. Y he salido con hombres masculinos, femeninos, y mujeres femeninas y masculinas.

Como madrileña reeducada en Canarias los últimos 9 años de mi vida, he aprendido a localizar un poquito mejor lo que Los Punsetes llaman la opinión de mierda. En Canarias se prefiere callar si no se va a decir nada productivo.

Decir que alguien es más o menos femenino o masculino, no siendo conscientes de la educación simplista que tenemos todos sobre los géneros, es una forma de dar nuestra opinión de mierda.

Todos tenemos una opinión, y no solo en Twitter. Pero ¿somos capaces de ver cuándo es una opinión de mierda? ¿Somos capaces de guardarla para nosotros si nos damos cuenta de ello? El ser humano tiene cierto impulso suicida y follonero. En el mejor de los casos, puede resultar bastante soportable que, en la escala de lo femenino-masculino, te puntúe una persona que reconozca previamente que no existe una verdad absoluta sobre lo que es femenino y masculino.

Identificación con otro género al reconocido en nuestra opinión de mierda

Somos seres sociales con necesidad de pertenencia a grupos que nos definan, para sentirnos integrados y en control de lo que somos y lo que proyectamos. Todos hemos experimentado alguna vez un cierto disgusto cuando nos han juzgado sacándonos de las categorías, grupos o conceptos con los que nos sentíamos identificados.

Rechazo de las limitaciones binarias de nuestra opinión de mierda

El determinismo biológico considera que nuestra personalidad incluye rasgos típicamente femeninos o masculinos según nuestro sexo desde el mismo día en que nacemos. A nivel físico hay rasgos que dependen de las hormonas, pero a nivel mental y emocional, de personalidad, no hay estudios concluyentes. Por el contrario, cada vez se pone más peso en el valor de la educación por encima de todo. Lo que sucede es que esa educación no se recibe como intentan los padres, sino como la transmiten realmente, con su comportamiento a nivel de micro gestos, y de la misma forma milimétrica influye todo el entorno del bebé, pantallas incluidas: es imposible librarse de una dosis importante de machismo incluso hoy.

La teoría Queer, frente al determinismo biológico, defiende que las identidades de género son clasificaciones limitantes que no existen por naturaleza. A diferencia de los sexos biológicos, los géneros son constructos sociales. La TQ es maravillosamente liberadora, nos da espacio para inventarnos, y va mucho más allá del feminismo, porque no busca la igualdad para ambos géneros sino liberarnos de los dos y construir algo distinto, libre de opiniones de mierda.

Asignación de conceptos creados desde la desigualdad con nuestra opinión de mierda

A mí me han caído las dos opiniones de mierda: la de ser “femenina” y la de ser “masculina”; y lo han hecho diferentes tipos de personas, sin intención de ofender, y, aparte, con mayor y menor consciencia sobre ello, que es diferente. Me han dicho que algo masculina debo ser si tengo relaciones de pareja con mujeres; que si le encontraba la gracia a practicar deportes como tiro con arco o a hacer el tonto subida a un tractor, es que quizás tengo más hormonas masculinas que femeninas, porque ese tipo de diversiones son masculinas. También me han dicho que no podía ser cierto que me gustaran las mujeres más que los hombres porque soy muy femenina, que debería hacer terapia psicológica. Cuando he salido con mujeres con un físico hetero-normativamente más bien masculino, me han dicho que a mi en realidad me gustan los hombres, o peor: los chicotes (porque “chicote” ofende menos que “chicazo”, claro que sí).

Cuando me llaman masculina, me ofenden. Siento que me sacan de mi grupo, del que estoy muy orgullosa. Cuando me llaman femenina, no me siento ofendida, al menos a nivel personal, pero me preocupa a nivel “grupal”. Me pregunto qué se ha visto en mí que es extrapolable a todas las mujeres, y de qué manera ese juicio nos limita. Todo lo que limita, debilita, porque no deja espacio para el crecimiento, solo para la atrofia.

Naturalmente

Se ha avanzado mucho los últimos años: Celine Dion H&M o Abercrombie están comercializando ropa neutra para bebés; para mayores cuesta más encontrarla pero ya comienza a estar disponible la ropa “agender” -sin género- o “no binaria”. Podemos ver cada vez más modelos no binarios, como la nadadora Casey Legler, que además de atleta olímpica ahora es modelo masculina exclusivamente. La gente empieza a conocer la Teoría Queer, pero el camino hacia la normalización de la libertad natural de género es largo, muy complicado, y la sociedad avanza a pasos diminutos.

Entre los extremos femenino-masculino hay un espectro en el que nos encontramos todos, subiendo y bajando posiciones según el día y la hora. La dualidad Taoísta del Yin y el Yang, energías femenina y masculina, que se dan al mismo tiempo en cada persona, en constante fluctuación, sin quietud ni un estado puro de ninguna de las dos. 

Decir es crear

Es complicado, porque en el día a día, para entendernos y a veces sin darnos cuenta, seguimos usando nuestra clasificación de lo que entendemos por femenino y masculino. “Porque no es para tanto, hay cosas más importantes, y el problema lo tiene quien se ofende; además ya no se puede bromear con nada y hay que andar con pies de plomo”.

Puede ser cansado a veces, pero es importante al menos ser conscientes de lo que creamos con nuestras palabras (PNL, Programación Neuro Lingüística). 

Para ello está bien recordar qué términos tenemos asociados a nivel subconsciente; comprender la dimensión de nuestra opinión de mierda:

MasculinidadFeminidad
Independencia
Asertividad
Fuerza muscular e intelectual
Ambición
Habilidades físicas
Estoicismo
Agresividad
Competitividad
Seguridad
Auto-represión de la afectividad
Comprensión
Delicadeza
Afecto
Educación
Actividad cuidadora de descendencia
Sumisión
Habilidad superior en comunicación verbal y Lenguaje corporal
Diplomacia
Comportamiento sexual centrado o basado en el enamoramiento

Fuentes: Vetterling-Braggin, Mary “Femininity,” “masculinity,” and “androgyny”: a modern philosophical discussion (1982); Encyclopedia of women and gender: sex similarities and differences and the impact of society on gender, Volume 1 Elsevier, (2001); Recent Theories of Human Development. Sage Publications (2000); The Forty-nine percent majority: the male sex role (1976); Víctor J. Seidler La sinrazón masculina: masculinidad y teoría social. (2000). 

Nuestra historia, nuestro presente

Que algo se haya visto siempre de una determinada manera, y establecer que esa es la “normalidad”, la medida: nos limita, nos encierra, nos reduce. Abrirnos y abrazar la diversidad, es darnos libertad y posibilidades.

Los roles de las mujeres a lo largo de la historia han dejado un amplio margen de oportunidades de mejora, y hemos mejorado, pero todavía hoy la mayor parte de las mujeres con mayor número de seguidores en el mundo tienen un modelo de vida muy alejado de la igualdad. 

Dejando a un lado el estudio de las sociedades matriarcales, mayormente  tribales, si tan solo nos detenemos a mirar qué hay en nuestra cabeza al pensar rápidamente en la historia de los roles sociales, podemos encontrar bastantes motivos como para que tanto mujeres como hombres queramos salir del encasillamiento social de lo femenino y lo masculino. 

Se nos pueden pasar por la cabeza desde mujeres prehistóricas con niños, curtiendo piel y cultivando mientras los hombres se van de caza (no está tan mal, pero limita); mujeres celtas violadas por el ejército ganador tras una conquista entre pueblos (se daba con toda normalidad, y se da aún, ya sin celtas ni normalidad alguna); grecorromanas dedicadas a los hijos y la casa (a salvo de pedradas si no se las daban muy de Hipatia); japonesas maquilladas y con palos en el pelo sirviendo té (y ofertando su virginidad); mujeres científicas y escritoras con la firma de “anónimo” (o la de sus maridos)…

Hasta llegar a Carmen Sevilla cantando en delantal “familia Philips, familia feliz” mientras cocina y recoge más fácilmente gracias a sus nuevos electrodomésticos; y las Kardashian dedicándose a nivel profesional a estar “comercialmente cañón” con toda la cirugía, chapa y pintura que se requiera (y la que les dé la gana, como mujeres libres que son, pero con el consiguiente efecto influenciador y normalizador de la cosificación de la mujer y la búsqueda de una perfección literalmente mutiladora).

Quiénes somos, qué nos decimos

Aceptar nuestro físico tal como es, sentirnos seres humanos completos cuando no tenemos pareja, vernos capaces de salir a la calle sin ropa que apriete, con bolsillos que nos liberen del bolso, sin químicos que “disimulen” quiénes somos y cómo estamos, con normalidad y no por tener un mal día… No es fácil. Son muchos cambios, muchas inseguridades. 

Necesitamos hacernos muy conscientes de lo que pensamos, de dónde venimos y qué nos decimos sobre lo que es masculino y femenino para empezar a salir del laberinto en el que nos hemos metido.

Hacernos conscientes de nuestra opinión de mierda, tanto por dentro como para los demás, es un primer pasito para conseguirlo: tan pequeño como imprescindible.

En cualquier caso, gracias por reflexionar sobre este tema, y como preveo que vas a opinar sobre este artículo, gracias también por tu opinión, sea o no sea de mierda.

María MateSanz

Aficionada al estudio del comportamiento y pensamiento humanos.

3 Comentarios
  1. Enhorabuena y gracias por su artículo. Resulta un estimulante punto de partida para la flexibilización tanto personal como social de conceptos convertidos en creencias.

  2. Enhorabuena! Un gran artículo! A ver si somos capaces de dejar las “opiniones de mierda” de lado…. Seríamos más felices y la sociedad en general lo agradecería!!

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