En un episodio de la famosa serie de televisión Cómo Conocí a Vuestra Madre el protagonista Ted Mosby alerta a sus hijos de que “nunca ocurre nada bueno después de las 2 de la madrugada”. Durante este episodio vemos como los personajes toman decisiones desafortunadas a altas horas de la noche, cuando el “sentido común está anestesiado”, señala Ted. Y es que sí, parece que cuando llevamos tanto tiempo despiertos llega un punto en el que estamos tan cansados mentalmente que nuestras decisiones pierden calidad. No es de extrañar, ya que tomamos unas 35.000 decisiones conscientes de media al día.
“Si las enfrentamos mentalmente cansados, cederemos ante la opción más fácil”
A esta conclusión llega el psicólogo estadounidense Roy F. Baumeister, que acuña el término ‘fatiga de decisión’ (decision fatigue) hace poco menos de veinte años. Este término alude a la idea de que tras tomar un gran número de decisiones diarias nuestro cerebro se queda sin fuerzas y dejamos de elegir con sentido común. Baumeister entiende el poder de decisión como la metafórica ‘fuerza de voluntad’ y la visualiza como un músculo que después de un número determinado de pesas pierde completamente su energía y, simplemente, no puede levantar peso una vez más.
¿Qué ocurre en el caso de la toma de decisiones? El agotamiento derivado de la ingente cantidad de decisiones diarias que debe tomar nuestro cerebro hace que éste cree un mecanismo para continuar con tu actividad: tomará el camino más corto, escogerá el atajo, nos dice Baumeister. Es decir, frente a aquellas decisiones donde nuestra fuerza de voluntad juega un papel indispensable, si las enfrentamos mentalmente cansados, cederemos ante la opción más fácil.
Piensa en un largo día de trabajo o fuera de casa. Llegas a la hora de la cena y tienes a tu disposición un buen número de opciones: hacer una tortilla, tomar algo de fruta y un yogur, una crema de verduras ya preparada… todas ellas opciones sanas y rápidas. Sin embargo, en un estado de fatiga de decisión muchas de nosotras caeríamos fácilmente en elegir algo menos saludable. Nuestro cerebro, como un músculo, no quiere volver a levantar peso. Hemos perdido la fuerza (en el sentido metafórico) y entonces tomamos una decisión de peor calidad.
“No quieren perder su tiempo en decidir qué vestirán mañana”
Elegir si quieres un zumo o un café para desayunar cuenta como una de esas 35.000 decisiones diarias. Firmar o no un nuevo contrato laboral es otra. Por supuesto, las consecuencias de ambas son completamente diferentes, sin embargo, agotarán del mismo modo tu cerebro. Famosos empresarios como Mark Zuckerberg y Steve Jobs o el político Barack Obama explican con claridad por qué usan dos o tres conjuntos de ropa, a pesar de su gran exposición en los medios. La razón es puramente práctica: no quieren perder su tiempo en decidir qué vestirán mañana. Y ése parece ser uno de los puntos clave de los estudios de Baumeister cuando con sus experimentos quiere demostrar que nuestro poder de decisión es finito y debemos dosificarlo o reservarlo para lo verdaderamente importante.
¿Qué puedo hacer para evitar tomar malas decisiones? No podemos esquivarlas, pero sí controlar que cuando las tomemos sea en plenas facultades, cuando nuestro juicio -equívoca o inequívocamente- esté al cien por cien.
- ‘Menos es más’: Simplifica el número de decisiones que debes tomar diariamente. Cuanto te sientas descansada planea bien tu agenda; reserva tiempo para aquello que debes y quieres hacer, de esa manera a diario sólo tendrás que ‘seguir las instrucciones’ de lo que tu yo del pasado ya ha decidido por ti.
- ‘No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’: aún estando cansadas, podemos tomar decisiones de bajo riesgo con antelación, como elegir qué ropa llevarás mañana antes de irte a dormir, dejar el bolso preparado para el día siguiente o tu menú semanal.
- ‘Consulta con la almohada’: las decisiones importantes y, una vez sopesadas, toma la decisión al día siguiente: te sentirás despejada y con las ideas claras. Lo que ayer parecía el fin del mundo hoy, extrañamente, tiene solución.