Hace unas semanas descubrí, una de esas personas que estudia bellas artes y que te trasmite su vocación por la carrera y su admiración por cualquier manifestación artística, me descubrió dos corrientes artísticas que son el naturalismo y el idealismo, y mientras me explicaba en qué consistía cada una no pude evitar establecer algunas conexiones con la realidad que vivimos actualmente.
La visión idealizada es la que plasmaban los griegos a través de diferentes manifestaciones artísticas, como su nombre indica se trata de una perspectiva en el canon de belleza que carece totalmente de imperfecciones, esto se ve muy reflejado en la escultura griega, pero esa idealización de la que hablamos se aplica tanto en aspectos físicos (se le da gran importancia a la simetría y a las proporciones) como aspectos emocionales, es decir, en esta etapa no se muestra de manera notoria emociones o sensaciones ya que se pretende transmitir una esfera de armonía y equilibrio alrededor de la persona representada.
Resumiendo, para los griegos, la belleza residía en la ausencia de imperfecciones en el cuerpo humano, en la armonía y el equilibrio, y en una visión idealizada de la naturaleza.
En cambio, los romanos se alejan mucho de esta corriente artística, siendo en este caso una visión naturalista la que les caracteriza, viéndose reflejada, sobre todo, en los retratos; esta se caracteriza por mostrar la realidad tal cual es vista con las imperfecciones que en ella existen, ya que es en estas donde reside la belleza de la obra.
En este tipo de realidad se descarta la existencia de cualquier intervención divina o sobrenatural y se suelen representar escenas cotidianas desde la mayor objetividad y realidad con la cual vemos la situación (es importante mencionar que esta corriente se encuentra dentro del realismo, la cual representa la realidad tal cual es y no como la persona la está visualizando).
Llevando todo esto a la actualidad, me gustaría creer que cada vez más en la publicidad, en la visión de las personas, las relaciones y situaciones en torno a ella y, sobre todo, en el concepto de “belleza” nos vamos acercando, poco a poco, a una visión naturalista en la cual estén presentes las “imperfecciones” que poseemos todas las personas (ya sólo por esto deberíamos dejar de llamarlas así) y entender que la belleza reside justo en ellas.
En los granos, en las marcas, en las estrías, en las ojeras, en los kilos de más que no están de más (aunque nos hicieran creer lo contrario en incontables ocasiones), en las distintas tonalidades de piel, en los pezones, en la forma de las piernas o de cualquier parte de nuestro cuerpo, etc.
Durante mucho mucho tiempo (y todavía lo siguen intentando en muchas ocasiones) se nos intenta transmitir la visión idealizada de los griegos y hacernos creer que todas estas cosas provocan la ausencia de belleza, ¿entonces qué clase de valor tiene la belleza si no se basa en algo real?
A mi parecer, la perspectiva idealizada puede causar fascinación y admiración por la obra, pero es la visión naturalista es la que de verdad entendió el concepto de “belleza” al no preocuparse de si a ti específicamente te gusta o no lo que estás viendo, simplemente te muestra la realidad de la manera más verídica posible y te enseña a que la belleza es exactamente eso, coger el conjunto de rasgos físicos que te intentaron hacer creer que debías esconder y, ya no solo no esconderlos, sino abrazarlos y admirarlos ya que son esas características las que te hacen de verdad, las que te hacen real y, por tanto, las que te llenan de belleza por tener la capacidad de decidir el camino de tu vida y poder generar cambios en el mundo.
Eres preciosa, y sé que en ocasiones a la chica del espejo le será complicado creerlo o se olvidará de quitarse la venda que nos colocaron en los ojos antes de verse de verdad, pero por eso mismo ahora te estoy escribiendo esto, para que se lo recuerdes, para que te lo recuerdes y te sientas rebosante de belleza porque eres real, y no hay nada más bello, admirable y revolucionario en la sociedad que eso.
