El destino que recae sobre el enamorado rechazado, dejado (usaré, para el desenlace desfavorable del enamoramiento, el término negativo, como si se tratase de una técnica de fotografía) es de una desesperación desmesurada. Las preguntas obsesivas, el descontrol emocional que desgarra por dentro y la búsqueda de respuestas son características típicas y colectivas que rodean, abrazan (y abrasan) al enamorado en negativo. Este sujeto mira las cosas con una intensidad única.
Quien no está enamorado, está muerto. Pero quien ha experimentado el romance fallido, también está muerto. Todo el conocimiento que podamos acumular acerca del dolor de las rupturas no podrá protegernos del impacto de las mismas.
El sabor del despecho en la boca y el estrés desencadenado por el fin del amor me ha enseñado que la adquisición de un nuevo conocimiento en favor de mi crecimiento personal no es inmediata al dolor de la ruptura. Parece innecesario decirlo. Experimentar y habitar el dolor, encararlo, es inquietante y necesario en proporciones iguales. El enamorado en negativo es un soldado en pleno campo de batalla. En su fuero interno, se halla en tal situación de vulnerabilidad que el miedo se apodera de él. Enfrentar este miedo es parte del proceso que lo llevará a superar la prueba de su separación irreversible del objeto alrededor del cual ha construido ideas y expectativas.
¿Por qué es tan dolorosa esa separación? No se puede esperar que la ruptura no tenga consecuencias significativas en nosotros. La ruptura del vínculo, si trae dolor psíquico, es porque es tal la fuerza con la que nos arraigamos a nuestro objeto de deseo/amor, que constituye parte de nosotros. Parte de mi ser se ha ido en esa pérdida. Las relaciones interpersonales son uno de los tres métodos (según Freud) a través de los cuales el sufrimiento nos amenaza, y es precisamente este el que origina un sufrimiento más intenso que cualquier otro.
El psicoanalista y escritor argentino Gabriel Rolón resalta que pocas cosas se parecen tanto a la muerte como el desamor. No es casualidad que el duelo aluda tanto a la pérdida física de un ser querido, como a la pérdida en el territorio emocional. A menudo, el enamorado en negativo experimentará una elevada ansiedad y una incapacidad por detenerla. Es que en el amor, así como en el fin del mismo, todo es una búsqueda ilusoria de certezas que no están ahí, que no pueden traducirse a nuestro lenguaje.