Marcharse sin pedir permiso también es un derecho. Incluso por encima del inevitable proceso al provocar profundos vacíos, espacios irremplazables, desconciertos desgarradores y ausencias insuperables. Decidir cerrar puertas es tan válido como determinar abrirlas. Empacar el equipaje sin boleto de retorno es absolutamente respetable y además, requiere de una valentía y un coraje extraordinarios. Extender…
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