Las mujeres son personalidad en sí mismas. Ni complementan ni son complementadas. Pero parece que algo tan básico no acaba de entenderse y lleva a tratos distintivos entre ambos sexos. Resulta curioso que, ante una misma situación, se reconozca el oficio de un hombre y no el de una mujer. Y este hecho se recoge diariamente por medio de la prensa.
Para vivir dignamente es necesario trabajar (menos para los millonarios, qué vida la de ellos). Cada empleo tiene un reconocimiento y aunque todos contribuyen y hacen una función social, sí es cierto que algunos están más valorados que otros. La prensa suele recoger noticias sobre personalidades públicas que, la mayoría de veces, deben su fama a su trabajo. Podemos encontrar noticias sobre actores, cantantes o modelos, entre otros. Hasta aquí todo correcto. El conflicto surge en el momento en que uno de estos personajes públicos tiene una pareja que también es conocida por la sociedad. En ese momento surgen los micromachismos. ¿Por qué?
Surge de la nada un muro gigantesco que separa en dos las noticias: las de hombres y las de mujeres famosos.
Si eres hombre, estás de enhorabuena porque tu trabajo será reconocido, serás reconocido por tu profesión. Si en cambio eres mujer, no tendrás tanta suerte y dejarás de ser una persona en ti misma para pasar a ser “novia de…”. Da igual cuáles sean tus logros, cuánto te ha costado conseguir adentrarte en tu profesión o salir triunfal de ella. No importa si llevas un par de años o décadas, los premios, los seguidores que tengas o incluso lo que ganes, porque en ese momento todo se reducirá a que eres pareja de un hombre. Famosa sí, pero a fin de cuentas lo importante es que lo eres de un hombre, porque tu fama pasa a un segundo plano.
Son tantas las celebridades que han sufrido este trato desigualitario que esta actitud en los medios está a la orden del día. Las mujeres con profesiones públicas han de lidiar con este lastre en repetidas ocasiones cuando aparecen noticias sobre ellas. Es sorprendente la periodicidad con la que sucede esto y todas las actrices, modelos, deportistas de élite, cantantes o directoras de cine que lo viven.
Es fácil consultar la prensa y encontrarse un caso. Un ejemplo reciente es el sucedido con las actrices Sara Sálamo y Ana Pozueco, quienes eran mencionadas en una noticia junto a Fran Perea y Carles Francino, también actores. A pesar de que los cuatro comparten profesión y son personajes públicos, para el medio que publicó la noticia resultó más acertado tildar a las dos actrices como “novias de los futbolistas Isco y Theo Hernández”, quedándose sin identidad propia. Pasaron a ser únicamente las parejas de dos hombres famosos, mientras que sus dos compañeros actores sí que son reconocidos por su oficio.
También ha sufrido este trato por parte de los medios Shakira quien, tras más de veinte años de carrera profesional, veintiún álbumes discográficos, cuatro premios Grammy, siete Billiboard Music Award, siete American Music Awards y ser considerada en 2013 la segunda mujer más premiada y la más tercera en la historia; pasa a ser únicamente novia de Gerard Piqué.
Con este tipo de titulares, todo lo logrado hasta el momento se esfuma. Surge nuevamente una brecha que divide en dos el mundo, haciendo creer que la vida, los resultados, las carreras y las vivencias de hombres y mujeres no tienen nada que ver. Una vez más, a la mujer solo se le menciona para reforzar al hombre, para formar parte de su vida y olvidarse de quién es para pasar a un segundo plano donde su identidad desaparece.