Seguramente en muchas ocasiones te hayas quedado mirando la tele o las redes sociales con indignación, frustración…o puede que no, que simplemente pienses que todos esos rollos sociales ni te van ni te vienen. Si eres de las primeras, amiga, estas de suerte. Y si eres de las segundas, te aseguro que después de leer este artículo, no estarás tan segura de tu postura.
Es muy fácil entrar al mundo del activismo social, solo hay que dar el paso de despegar el culo del sofá del individualismo y la rutina absorbente y estar dispuesta a dedicar algo de tu valioso tiempo asistiendo a un casal popular, un centro social, un sindicato de barrio, una asamblea feminista…Y es que hay tantas opciones como preocupaciones sociales existen.
El hombre es un animal político, decía Aristóteles. Y es que no hay cambio social sino nos implicamos en que este suceda. Porque pocas son las cosas que se pueden caracterizar como únicamente de ámbito privado. La mayoría de ámbitos de nuestra vida están regidos por lo político, por lo común. No podemos decir que la política no nos interesa, porque la política es la gestión de todo el engranaje que nos sostiene, de toda la estructura social. Y pensarás…”ya, pero los partidos políticos…” “ya, pero tal político…” “ya, pero siempre nos roban…” Y es que no hace falta pertenecer a ningún partido político para hacer política, de hecho, son los que menos la hacen.
Hacer política es ocuparte de tu lugar y el lugar de las demás en el mundo. Los espacios y grupos que antes he mencionado, además de concretar acciones que tienen una repercusión real sobre la sociedad, proporcionan una red de amistades y cuidados. Puede que si no tienes a nadie con quien empezar a asistir a estos lugares, sientas algo de vergüenza, pero te aseguro que te van a recibir con los brazos abiertos. Lo importantes es dar el paso, estar dispuesta a aprender de los y las que llevan años luchando, aportar tu granito de arena.
Así que ármate de valor, fórmate, lee, piensa, escucha a otras compañeras. Posicionarse no es sencillo, pero es necesario. No tomar partido es estar siempre del lado de los que oprimen. No tomar partido no es una opción si queremos que las cosas cambien. Para eso, tenemos que cambiar nosotras, y, poco a poco, cambiar el sistema.