No tenemos que tener miedo a estar solas. He descubierto que hasta hace poco estaba acompañada de tóxicas influencias de primer grado. Y menos mal que me sentía sola en ese laberinto de la rutina diaria. Cuando abrí los ojos, empecé a eliminar esas influencias, a través de la toma de conciencia y la escucha de mi yo interior.
Éste había estado escondido bajo mil corazas de plomo, oyendo lo que acontecía en el exterior. Estaba hibernando, hasta que su dueña se diese cuenta de que estaba esperándole, para poder renacer de nuevo a la vida. Las armaduras eran difíciles de romper: baja autoestima, tristeza, culpabilidad, rabia, dependencia emocional, control, miedo, tortura…
Un día, el ama de dichas emociones se dio cuenta que ya bastaba de evitarlas, que tenía que reconocerlas, escucharlas, analizarlas para poder afrontarlas. A través de un gran esfuerzo personal y un camino de espinas sintió que tenía que actuar sin tener pánico a sus equivocaciones, que ya no podían ser tan dolorosas como el camino que había dejado atrás.
Empezó a afrontarlas, unas con más llantos que otras. Tenía miedo a sentirse sola y a no ser comprendida por los demás, pero gracias a su soledad pudo dar nombre a cada una de esas capas que no la dejaban ser ella misma.
La soledad la hizo conectar con su yo interior. Empezó a escuchar lo que interiormente no había podido hacer por las circunstancias de su vida. Su yo interior empezó a resurgir como torrentes de creatividad y luz. Y le ayudó a reafirmar que era una mujer valiente y valiosa que podía ayudar a otras mujeres para decirlas que no están solas. Que cuando viven con la soledad están en contacto con ellas mismas, escuchándose, cuidándose y protegiendose.
Para evolucionar y ser lo que quieres ser es bueno un espacio vital de soledad, donde puedes hablar contigo misma y ser lo que eres para poder demostrarlo al mundo sin tener miedo al que dirán, porque eres un Yo auténtico que sabe lo que necesita y puede ofrecer, que no se esconde, que es fuerte y verdadero.
Por eso para mí es fundamental mis momentos de soledad, donde puedo dar rienda a mis necesidades y miedos para ser mejor persona y poder escuchar a los demás. Bendita soledad que en estos días es tan difícil encontrar por la sociedad en la que nos encontramos.
