Habréis leído mil y una historias del mismo tema desde que estamos en nuestras casas y, a veces, termina siendo algo cansino pero me apetece contar un poquito cómo lo he vivido durante estos días y, al fin y al cabo, siempre hay diversos puntos de vista.
Hoy me he levantado contenta y un punto clave es que no llevo la cuenta de los días que ya han pasado ni los que quedan por delante. Ninguno de mis días es igual al anterior. Estaba reflexionando y he aprendido varias cosas. Al principio me costaba mucho no salir a la calle, no porque no me guste estar en mi casa sino porque a mí lo que me cuesta es obedecer una imposición y si es desde el miedo, ya ni te cuento… hasta que un amigo me ayudó a verlo desde otro punto de vista y lo llevo muy bien, mejor de lo que creía.
Y me acuerdo que los primeros días quería estar conectada a todas las actividades online y no me daba la vida, como es normal. Me estoy formando (que eso es algo que ya tenía en proyectos a corto plazo) pero es que también quería estar conectada con mis hobbies; en los directos, charlas y conferencias de las redes sociales y estaba muy pendiente de la hora para estar en todas, lo cual tenía tiempo muerto entre medias y mi día se basaba en esos actos. Me creé una obligación innecesaria. Pues tuve la suerte de llegar a comprender que estoy de vacaciones, que no tenía por qué estar pendiente de un reloj cuando tenía la rara oportunidad de hacer lo que me apeteciese en cada momento. Y es lo que aplico desde entonces a cada uno de mis días.
Soy una persona activa y me encanta ir de un lado para otro, la calle, viajar y visitar a las personas que quiero en sus respectivas ciudades pero llevaba meses en los que me adentraba una sensación de no estar aprovechando mi tiempo en condiciones, que lo dedicaba a cosas que no tenían una trascendencia en mi futuro, que lo que hacía no sumaba, sólo me evadía un rato pero de ahí no pasaba y buscaba respuestas.
Y la vida nos la ha dado a todos… nos ha parado en seco para hacernos ver que el mundo lo movemos nosotros, que nuestra actitud forma el carácter de una ciudad, de un país.
Mi filosofía en estos días es esta: Eres la oportunidad personificada de cumplir sueños, de implicarte en lo que amas, de escucharte, sentirte y conocerte. Hoy eres tu vida en unos meses. Hoy eres tu futuro más cercano. Y sólo tú puedes elegir si aprovecharlo y mejorar o seguir igual o peor que estabas.
Os mando un abrazo, de los que se sienten.
Tanta madurez y ejemplo en una juventud tan exuberante. A imitar.