Hace tiempo que me ocurre. Me palpita la vida en la sonrisa y se la regalo al mundo para quienes quieran sintonizarse con la belleza de su latido, siempre disponible, pues lo que no se da se pierde en la imposibilidad de ser apreciado.
“Sucede en el momento menos pensado y en los lugares más inhóspitos”
A menudo, camino por las calles de mi ciudad y siento pálpitos; una pequeña descarga eléctrica me invade el cuerpo cuando conecto con otro de mi especie. Es mágico. Las pupilas se dilatan y se me erizan la piel y los deseos. Sucede en el momento menos pensado y en los lugares más inhóspitos: viajando en metro, en un cruce peatonal, en la cola del supermercado, en el portal de una casa, en la gasolinera, etc. La sinergia es cada vez más grande. Llegará un día en que la belleza nos ciegue los miedos y no podamos verlos más. Ese día cambiarán las preguntas, y también las respuestas.
Mas todavía quedan velos que quitar y danzas que bailar, así que bailaremos y cantaremos fuerte hasta liberarnos los corazones enjaulados y, entonces, (son)reiremos al son de la libertad desnuda, que no es otra cosa que el pensamiento liberado. Cada cual vive atrapado en sus creencias, a media tinta entre la sumisión y la liberación, entre el crimen y el castigo y la crisis y la crisálida. Justo ahí se renace, tras la crisis, al otro lado del miedo. El semáforo de la consciencia sigue en rojo para algunos, los que no se permiten cruzar, y se les enreda la vida entre los hilos de los límites que alguien decidió (im)ponerles; el nudo en el estómago. ¿Para cuándo la mirada interior ilimitada?
“Los ojos son aquellas ventanas por donde se asoman las ilusiones, pero si uno se queda ahí, solo verá lo irreal”
Camino por la calle y me cruzo con ojos que miran sin ver. Todavía no saben que la mirada nace del corazón; los ojos son aquellas ventanas por donde se asoman las ilusiones, pero si uno se queda ahí, solo verá lo irreal, la inercia compulsiva de un mundo de usar y tirar. La tristeza duerme en los labios de aquellos que deciden cerrarlos, y olvidan el sabor de un beso a la vuelta de la esquina, de una palabra bonita dicha desde el alma, o de hacerse el amor con la mirada puesta en la Luna.
“La alegría reside en quienes se dejan ser, a pesar de los pe(n)sares”