El 3 de Febrero de 2022 se aprobó la ley de castigar penalmente a todas aquellas personas, sanitarios, directivos de clínicas y personal de la sanidad pública que realicen cualquier manifestación de acoso u hostigamiento sobre las mujeres que acudan a una clínica para interrumpir voluntariamente su embarazo con una pena de prisión de tres meses a un año o con trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 80 días junto a la posibilidad de imponer al condenado la prohibición de acudir a ciertos lugares durante un tiempo de tres a seis meses. Además, el acoso se investigará y condenará sin que sea necesario una denuncia de la mujer que acudió a la clínica.
Desde partidos políticos de derechas se comentó que esta reforma del código penal “tiene un claro sesgo ideológico que atenta contra la tolerancia y la libertad” y desde partidos de izquierdas han asegurado que “cuando una mujer decide abortar lo ha pensado mucho porque es una decisión tremendamente dura y difícil, como para que se encuentren con una <<horda de integrista>>. Es una absoluta crueldad.”
¿Es esta una ley contra la libertad de expresión o contra el acoso a las mujeres que tienen la intención de abortar?
Los resultados de una encuesta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo, mostraron que el 89% de las mujeres que se han sometido a la intervención se han sentido acosadas y el 66% amenazadas, dado que grupos religiosos y activistas antiabortistas protagonizan una 100 acciones de hostigamiento al año, en las que usan fotografías, fetos de juguete o acusan a las mujeres de asesinar a niños. Ante esta ley centenares de marquesinas por todo el país mostraron consignas antiabortistas y contra la futura reforma de la Ley del Aborto. La Asociación Católica de Propagandistas fue quien desplegó esta campaña en defensa de que “rezar frente a una clínica abortista está genial”.
En respuesta a esto, la líder del área de Igualdad del Partido Socialista, Andrea Fernández, reiteró que rezar “por lo que consideres, efectivamente, está genial”, pero “hacerlo de forma organizada y en grupo ante una clínica atenta contra la intimidad y la dignidad de las mujeres que ejercen un derecho legítimo”.
¿Rezo o acoso?
Este es un tema que no deja indiferente a nadie por la gran polémica que supone el asunto, pero algo está claro, y es que un tema tan delicado y serio como este no se puede convertir en una competición ideológica entre partidos progresistas y otros con unas creencias/tendencias religiosas más tradicionales.
Algunas personas definen esta ley como un “progreso”, algo que me cuesta entender ya que la decisión de abortar supone en algunos casos no haber proporcionado las ayudas suficientes para que el embarazo pudiera seguir adelante, pero tampoco es una ley en contra de la religión o de la familia.
Una de las cosas más importantes a tratar y reflexionar es que la decisión del aborto es preguntarse qué está pasando cuando cada vez más este tipo de procesos se llevan más en clínicas abortivas y no en la sanidad pública; no existen todavía a día de hoy las medidas y
recursos suficientes de ayuda a la mujer durante el embarazo ni alternativas al aborto, pero estos recursos deben ser proporcionados por profesionales especializados, no todas las personas podemos ni debemos encargarnos de esta tarea, y menos en el momento en que la persona está acudiendo a interrumpir su embarazo.
En mi opinión el aborto no se puede tomar como algo sin importancia, pero tampoco se puede permitir el acoso para evitarlo; y el acoso puede adquirir múltiples manifestaciones, incluso el acto rezar.
Tú eres libre de rezar, claro, pero en mi opinión no delante de una clínica abortiva ya que esto es un claro intento de coaccionar a la mujer o generar culpabilidad en esta. Por supuesto que el gobierno tiene una asignatura pendiente que es aumentar la ayuda a las mujeres para no tener que llegar a tomar esta decisión, pero esta es una tarea que no se puede hacer desde juicios ni desde posturas ideológicas que puedan incluirte, el objetivo debe ser transmitirle ayudas e información a la mujer, pero la última decisión debe tomarla ella y si su elección termina siendo la detención del embarazo, la respuesta externa que debe recibir es la de apoyo y máxima seguridad y acompañamiento y atención real sobre su persona por la dureza de tener que tomar una decisión como esta.
Y, por último, de 2010 a 2019 en Madrid se han realizado 1608 abortos en centros del sistema madrileño de salud y 210755 en clínicas privadas derivados de la Red pública. Estos datos deben cambiar para asegurar ese acompañamiento y atención sobre la mujer sin intereses personales, así que a todas las personas que intentan convencerlas de no hacerlo en las puertas de las clínicas: ¿por qué no empezamos a protestar ante el gobierno para que esto lo realicen profesionales en los momentos adecuados?
Estoy segura de que así de verdad se salvarían más vidas.
Es necesario reflexionar antes de tomar una decisión como esta por estar hablando de una vida, pero lo nadie debe olvidar es que quien debe tomar la última decisión siempre será la mujer embarazada, y tras esta decisión lo mejor que podemos hacer es apoyar y acompañar, en vez de juzgar y acosar.