Cuando era niña estaba gordita, tenía un ligero sobrepeso que poco a poco se fue acrecentando por lo que pasé toda mi niñez y principio de la adolescencia siendo gorda, tal cual.
Los kilos de más te definen como persona a ojos de los demás, no te dan la oportunidad de demostrar nada una vez encasillada como la gorda de la clase, de la familia y de todos los ambientes en los que te mueves. Ya no hay forma de demostrar que sí, es cierto que eres gordita, pero esto no es incompatible con ser cariñosa, divertida, inteligente, etc. Los kilos acaban lapidando todo eso.
“Las personas que hemos tenido sobrepeso vivimos nuestro particular Efecto Pigmalión”
Los niños y adolescentes pueden llegar a ser muy crueles, pero también los adultos con sus comentarios sin mala intención, pero que hacen daño. Esta crueldad puede marcarte hasta límites insospechados.
Por eso, las personas que hemos tenido sobrepeso vivimos nuestro particular Efecto Pigmalión y hagas lo que hagas las expectativas que depositan los demás sobre ti son tan bajas que tú mismo acabas asumiendo que nada de lo que haces está bien. La teoría de la profecía autocumplida acaba haciendo que fracasemos en áreas de nuestra vida o que necesitemos el doble de esfuerzo que los demás para conseguir cualquier logro y que este sea reconocido simplemente porque físicamente eres diferente.
“Con el paso de los años he conseguido librarme de esos malditos kilos y de hecho ahora mismo hago auténticos esfuerzos para engordar sin conseguirlo”
Los kilos han desaparecido pero la inseguridad no. Ellos han marcado mi vida y mi personalidad. A veces mi mente sigue jugándome malas pasadas y a pesar de que me creo capaz de ser como los demás, y ahora mismo tengo una vida normal, hay una parte de inseguridad casi innata de la que no soy capaz de deshacerme.
