Quizás no compartamos la misma visión, pero os animo a que abráis vuestra mente dejando a un lado los prejuicios. Soy mujer, heterosexual y cristiana católica practicante. Lo mejor es que estoy muy orgullosa de serlo , pues es algo que realmente me hace sentir muy feliz. De hecho, toda mi vida gira entorno a ese pilar. A diferencia de otras personas, que piensan que las religiones son opresivas, la mía me aporta libertad y equilibrio.
“Para ser creyente, hay que ser humilde”
Creo en TODAS las religiones, por supuesto todas las que aportan buenos valores, de moral justa. Aquellas que entienden que el mundo no es solo lo que podemos tocar. Y lo más importante, religiones que creen en la existencia de un ser o energía superior que nos quiere. Entiendo que para ser creyente, hay que ser humilde y reconocer que de la misma forma que no se le puede pedir a una hormiga que resuelva una raíz cuadrada, tampoco podemos pedir al ser humano que entienda los designios divinos.
FELICIDAD, que palabra tan importante. Uno de los recuerdos de mi infancia es el de mis padres preguntándome: “¿María del Mar, eres feliz?” Yo les respondía que sí, y entonces ellos decían “eso es porque hay equilibrio en tu vida”. Sabias palabras que me han acompañado durante toda mi vida.
No soy ninguna beata, huyo del buenismo… ¿inocente? Quizás sí, pero más como una virtud y no tanto como un defecto. Cuando tenía 18 años gané un concurso nacional de fotografía, con el que obtuve un premio fue 1 millón de las antiguas pesetas. ¿Qué hice con él? Coger a mi madre e irnos cerca de 3 meses a un viaje mochilero por Nepal, India y Tailandia.
“A mis 18 años entendí que el secreto felicidad no era algo que viniera de fuera sino de dentro de uno mismo”
En India, justo en la zona de Rajastan hicimos una excursión de tres días en camello para llegar a una pequeña población cercana a la frontera de Pakistán. Paramos en una pequeña choza de adobe, de la cual, salió la mujer con la sonrisa más duradera que yo he visto en mi vida. Detrás le seguían 4 niños pequeños. Ella insistió en que pasarnos a dentro de su casa, gracias a la ayuda de nuestro guía pudimos entender lo que nos decía. Aquella mujer nos contaba que se consideraba la mujer más feliz del mundo. Decía conocer el secreto de la felicidad, pues los dioses la habían bendecido con un hombre bueno, unos hijos maravillosos y agua a tan solo 25 kilómetros. Verdaderamente a mi se me cayó el alma a los pies. A mis 18 años entendí que el secreto de la felicidad no era algo que viniera de fuera sino de dentro de uno mismo.
Hasta que un día, llegando a casa a las 2:00 a.m. de la oficina en la que trabajaba, sin apenas haber comido ni cenado y arrastrando una cara que no representaba mis 27 años. Me di cuenta, que si quería formar una familia tenía que dejar mi trabajo en la multinacional. Lo que fue todo un reto, tras llevar 3 años de mi vida trabajando para medios digitales. En el año 2000, en plena burbuja fue algo apasionante.
“Cogí mis ahorros y me lancé al apasionante, arriesgado y laborioso mundo del emprendimiento”
Una vez más, busqué el equilibrio en mi vida. Cogí mis ahorros y me lancé al apasionante, arriesgado y laborioso mundo del emprendimiento. Cundo tuve mi primer hijo, la habitación del hospital quedó inundada de flores. En ese entonces, pensé que los regalos debían ser más prácticos y duraderos en el tiempo, de ahí, nació la idea de mi actual empresa: El Recién Nacido.com.
Una empresa de canastillas y regalos para bebés recién nacido. Al poco de empezar, encontré la mejor de las socias, Mariela Rohleder. Con quien llevo más de 17 años en el sector, dando servicios a empresas y particulares. Nuestro negocio ha pasado por altos y bajos. Hemos ido ampliando catálogo año tras año. Como fue la línea de joyería para que las mamás personalizaran el nombre sus bebés. Y así es cómo han surgido nuevas líneas de negocio como la fotografía de bebés, de la cual me encargo personalmente. Es una de las partes de mi negocio que más me gustan.
“Entre mis valores está la responsabilidad social”
Como autónoma y de familia numerosa, donde el más pequeño nació con una enfermedad crónica. Dios manda las batallas más difíciles a sus mejores guerreros. Muchas veces me resulta difícil conciliar, pero siempre hay que intentarlo.
Entre mis valores está la responsabilidad social, con todo lo bueno que recibimos que menos que ayudar a los que están a nuestro alrededor. Por ello, desde nuestra pequeña empresa siempre nos ha gustado apoyar a las organizaciones y fundaciones en las que creemos. La última acción solidaria que realizamos fue conjunta con la Fundación Cadete (en la que también colabora otra redactora de BikiniBurka). Ha sido todo un éxito y estamos muy felices de poder aportar nuestro granito de arena a esta organización que ayuda a niños con discapacidad.
“El secreto de la felicidad no es otro que buscar el equilibrio entre la vida familiar, personal y laboral”
En conclusión, me considero una persona feliz y desearía que todo el mundo así lo fuera. Pues en mi humilde opinión, el secreto de la felicidad no es otro que buscar el equilibrio entre la vida familiar, personal y laboral. ¿Qué opináis vosotras?