La primera vez que mis ojos se cruzaron con los suyos fue una mañana de junio, en aquel momento se paralizó todo, unos ojos rasgados me hablaron, hacía tiempo que una mirada no me eclipsaba de tal manera como esa, que una sonrisa no me atrapaba como esa. Una mezcla de pasión, conexión, deseo y seducción…Algo inexplicable. Él lo tuvo claro, y me susurró entre lineas…
– Vas a ser mía.
Por unos momentos me dejó sin habla, me dejó sin respiración, ahí quedó todo, como si de un sueño se tratase.
“Él, amante del vino, yo enamorada de él”
Ha sido esa mirada quien ha ocupado mis pensamientos en muchos momentos, un ser especial, un alma diferente, desconocido para mi, pero a la vez cercano, me llevaba a trasladarme a momentos de intimidad y sensualidad con tan sólo pensarlo. Me suscitaba algo que nadie me había provocado. No sabía que ocurría en mí, pero ocurría.
Fue esa noche cuando el destino quiso que nos encontráramos de nuevo, sin ningún tipo de premonición, sin ningún plan establecido, sin ninguna idea tomada…pero él y yo sabíamos que íbamos a arder de deseo.
Descorchamos esa botella, una pieza única, él, amante del vino, yo enamorada de él… una música sensual sonaba en el salón, mientras la luna nos deslumbraba con una tenue luz. Él deslizo suavemente su mano por esa botella y lleno mi copa, una copa que simulaba mi silueta, ese vino que simulaba su esencia; elegante, fuerte, sútil … a penas tardé unos segundos en llevarme esa borgoña a mis labios, mientras mis ojos atravesaban sin cesar esa mirada profunda que no dejaba de hablarme en silencio, no podía dejar de mirarlo, de sentirlo, de imaginarlo…
De pronto saboreé ese vino y lo aparté de mis labios lentamente, lo dejé reposar junto a la ventana, me acerqué a él suavemente respetando una mínima distancia mientras le susurraba al oido:
– Este vino me transmite una personalidad interesante ,una atracción imparable, tan solo saboreando una minúscula partícula de su jugo me ha atrapado, me ha embrujado y esta noche quiero fundirme por completo en sus notas, saborear, sentir, tocar, escuchar, admirar y enamorarme aunque sólo sea por esta noche.
¡Sentirlo con los 6 sentidos! Él, sin pensarlo, apartó suavemente mi cabello acercándose a mi cuello, y me dijo : “Yo deseo hacerte mía, aunque sólo sea por esta noche”
Aquella mañana en la que yo iba corriendo y tu no querías parar, aquella mañana en la que pararse a descansar fue la excusa y besarte una necesidad imperiosa. Aquella mañana en la que quise más, mucho más, pero tuve suficiente.