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“¿Cómo vas a ser lesbiana si eres muy femenina?”

Fuente: madreslesbianas.com

Hola, no nos conocemos, o tal vez sí, tal vez nos hayamos visto dos o tres veces de pasada, eso da igual. No sé si te acordarás de mí, soy la tía a la que tiraste los trastos al no saber que era lesbiana, recuerdo que te costó comprenderlo, ese día llevaba vestido, no llevaba el uniforme de lesbiana oficial y tal vez por eso te costó.

“Yo puedo ayudarte a que dejes de ser lesbiana”

Mira si soy ingenua que en esos dos o tres segundos de silencio en los cuales tu mirada me llenaba de etiquetas creí que pasaríamos a hablar de un tema más interesante o te largarías, pero no fue así, tu mirada ahora era distinta y me observaba como una especie de reto, no tardaste nada en mostrarte como ese príncipe subnormal que venía de muy lejos a salvarme de la secta de lesbianas de la cual creíste que formaba parte. ¡Oh dios mío! menos mal que apareciste en mi vida.

¿Recuerdas alguna de las frases tan románticas innecesarias con las que me dejaste sin habla? “Eres lesbiana porque no me has probado a mí”, “debes ser lesbiana porque habrás pasado por una mala experiencia con un tío” o “yo puedo ayudarte a que dejes de ser lesbiana”.

¡Por fin joder!, un tío que me va a hacer sentir mujer, ya era hora. Ojalá haber tenido en ese momento las herramientas internas necesarias, o la valentía, o el suficiente nivel de amor propio para responderte, para largarme o simplemente para hacer algo, pero no lo hice, me quedé callada porque desde muy pequeña se me premió ese maldito silencio del cual ahora intento deshacerme.

“¿Cómo vas a ser lesbiana si eres muy femenina?”

“Yo siempre he tenido mucha curiosidad sobre vosotras”. Por favor que no lo diga, por favor que no lo diga, por favor que no lo diga. Lo dijiste. “Pero lo que vosotras hacéis no se puede llamar follar porque no lo es. Además si de verdad fueras lesbianas no usarías X juguetes eróticos ni os gustaría X práctica sexual, no tiene sentido”. Así que lo que esa chica y yo hicimos no era follar, sino jugar al parchís, pues para ser una partida de parchís acabé más cansada de lo que me imaginaba. Venga campeón, sigue soltándome cosas tan bonitas y propuestas tan tentadoras, que ya soy toda tuya: “Además, ¿cómo vas a ser lesbiana si eres muy femenina?“.

Y ahí ocurrió, me enamoré de ti porque esto de ser lesbiana sólo es una fase en la cual estás un poco confundida, pero llegaste a mi vida, me soltaste esas cosas tan preciosas que yo tanto necesitaba y deseaba oír y me rescataste de todas esas bolleras que me habían estado comiendo la cabeza y lo que no es la cabeza y que tanto me habían hecho sufrir. (¡¡Cuidado!!, Spoiler: de sufrir nada, las mujeres podemos sentir mucho placer, incluso llegar al orgasmo solas o entre nosotras y ser felices sin ti ni tus opiniones).

Venga va, ahora en serio, ¿qué parte te costó o no entendiste de la frase: <<SOY LESBIANA>>? y dime, ¿por qué te creíste con el derecho de soltar cada mierda de frase respecto a cómo y quién soy?, que pasa, ¿qué te pone eso de verme como un reto, como un desafío?

Debe poneros eso de ver hasta dónde seguimos soportando lo que en ningún momento deberíamos haber soportado, o tal vez no es eso, tal vez es que vuestra frágil masculinidad y vuestro elevado egocentrismo y falocentrismo os impide comprender que hay mujeres en cuyos planes sentimentales o sexuales de futuro no aparecéis, ¡¡sorpresa, 2°Spoiler!!

“Ante una sociedad que se cree con el derecho de juzgar de quién me enamoro o con quién me acuesto”

¿Sabes?, durante muchos años personas como tú conseguían hacerme sentir muy incómoda en este tipo de momentos, pero no por lo que dijeses o dejaras de decir ya que después de dos o tres veces hasta yo me sabía de memoria cada frase y cada tipo de mirada, me sentía realmente incómoda y pequeña porque hasta hace sólo unos años nunca dije nada; me callaba, miraba al suelo y contaba mentalmente hasta diez deseando que terminara pronto, y concluía todo con una sonrisa burlesca por tu parte y un absoluto silencio por mi parte prometiéndome que esta sería la última vez que me quedaba callada (Spoiler n°3: mentira).

Una, otra, otra y otra vez más hasta que ser valiente dejó de ser una opción para ser la única opción ante una sociedad que se cree con el derecho de juzgar de quién me enamoro o con quién me acuesto.

A veces me gustaría que todo hubiera sido más fácil; haber conocido a una segunda Blancanieves que perdiera la cabeza por otra princesa del reino, descubrir el amplio abanico que se encuentra bajo la palabra “Familia”, que alguien hubiera alzado la voz cuando yo no fui capaz de hacerlo, que no hubieran dado por hecho que era un “noviete” lo que quería. Me hubiera gustado no haber tenido tanto miedo para dejar de ser invisible, pero me gusta creer que todo ello contribuyó a que hoy sea quien soy, una persona realmente maravillosa sin miedo a amar, así que por favor, creo que es hora de que se vaya entendiendo.

“No somos vuestro fetiche sexual ni queremos acostarnos con vosotros”

Abandonad absolutamente todos y cada uno de los estereotipos acerca de las mujeres lesbianas, no somos vuestro fetiche sexual ni queremos acostarnos con vosotros, entre nosotras nos apañamos muy muy bien sin vuestra ayuda, en esta historia no aparecéis ni vosotros ni vuestras opiniones, ¿escuece?, pues ahí tenéis la puerta, nadie os ha pedido vuestra maldita opinión, y os lo aseguro, no pienso volver a quedarme callada nunca más.

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

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