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Carta de una madre de adopción a una madre biológica

Hace seis años, un precioso niño vino a mi vida. En su piel dorada lleva acumulados siglos de luz y calor del Sol. Su mirada es profunda como la noche, pero tan limpia y fresca como las gotas del rocío.

A veces me pierdo en esas profundidades intentando cruzar el umbral. Un umbral prohibido para mí. Ahí se encuentran los grandes secretos de su corta vida. Secretos que nunca me serán revelados.

Le abrazo cada día entregándole todo mi amor. Él me recibe siempre con las puertas de su corazón abiertas. Sin duda, en un corazón tan grande, cabemos todos. Antes de llegar a mi vida, recibió el calor de otra familia, de otra madre. La madre que le permitió la llegada a este mundo. Me es imposible llegar a esos recuerdos y lo peor es que a él también. Sólo podemos jugar a dibujar cada noche en nuestra memoria su cara, su hogar, su amor. Su otra vida. Nada conozco de esa gran mujer, pero a veces pienso en ella. A veces quiero pensar que la siento. Sé que nos protege, porque aquí está su gran amor. Pienso en las veces que añorará a la persona que yo abrazo. Esa personita a la que, por circunstancias injustas, no pudo cuidar. Ese ser al que tuvo que renunciar porque sólo así podría sobrevivir. Pienso en las lágrimas que habrá derramado antes y después de tal renuncia.

Por desgracia, aunque quiero pensar que sin maldad, ante una adopción las personas que te rodean suelen atreverse a opinar sin que nadie les haya hecho ni una sola pregunta. Más de una vez he tenido que oír que en ciertos países, del mal llamado tercer mundo, ante la falta de métodos anticonceptivos, las mujeres tienen demasiados hijos, “así que… les dará igual uno más que uno menos”. Estas palabras se clavan en el corazón, ¡cuánta ignorancia circulando por el mundo! ¡Qué falta de sensibilidad cuando no se trata de nuestro grupo de iguales! ¡Qué atrevimiento el de soltar por la boca este tipo de pensamientos!

Yo también soy madre biológica y sé que cada hijo se lleva de su madre la entrega total de su corazón. Sin saber de dónde salen, al tener hijos, van apareciendo réplicas de tu corazón y si tan solo uno de ellos se va, se lleva el tuyo para siempre. No puedo ni imaginar la impotencia, la rabia y el dolor que se debe sentir si en contra de tu voluntad y a consecuencia del injusto reparto de los bienes en la tierra, te ves obligada a desterrar a su suerte a uno solo de esos corazones. Se trata de elegir entre el destierro o su muerte.

Alguna vez, también me han llamado valiente sólo por adoptar a un niño. ¡Valiente, dicen!

Recoger del suelo los pedazos de tu valor para poder renunciar para siempre a tu hijo con el fin de que pueda sobrevivir, ¡a eso sí que lo llamo yo ser valiente!

Madre de mi hijo, a ti, sólo decirte allá donde estés, que nuestro hijo y yo cada día pensamos en ti y agradecemos tu valiente acto de amor.

Con este artículo, quiero rendir un homenaje a todas esas mujeres, que por las circunstancias que hemos provocado los demás seres humanos, se ven obligadas a entregar a sus hijos en adopción. A todas ellas, quiero pedirles perdón en nombre de toda la humanidad y decirles que siempre tendrán mi incondicional respeto y admiración.

Conchi Manso

Admiradora incondicional de las acciones humanitarias y las causas justas.

5 Comentarios
  1. Qué precioso. Qué importante es hablar desde el corazón, desde ahí podemos comprender mínimamente nuestra humanidad. Y desde ahí podemos avanzar como sociedad. Mirándonos a nosotros mismos sin juzgarnos y sin juzgar. Compasión. Situarnos desde el nivel del observador para aprender a ver. Con honestidad y transparencia.
    Gracias por el regalo de este artículo. Me ha emocionado mucho.

  2. Leer este artículo ha sido increíble, la piel de gallina y no puedo dejar de llorar, la de sentimiento que iban surgiendo dentro de mi mientras lo leía no puedo expresarlos, me ha cambiado la perspectiva de la adopción por completo nunca lo había visto de esta manera, tantos sentimientos plasmados en este texto sin duda la persona que lo ha escrito tiene una forma de transmitir especial y un gran corazón, estoy deseando leer su siguiente publicación .Un beso

  3. Que hermoso detalle, nunca nadie sabe el verdadero dolor, nadie sabe los sentimientos verdaderos porque nadie se pone nunca en el lugar del otro, porque para hacer eso se necesita una gran capacidad menntal, o haber pasado por algo semejante.

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