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¿Por qué nos cuesta tanto asumir nuestros errores?

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Un alto nivel de neuroticismo y la ausencia de aceptación de los errores propios no es una buena combinación para cuidar nuestra salud mental, y os lo digo por experiencia. 

Y no, aceptación no es “he cometido un error y es que normal, porque soy tonta”,  “es que soy horrible porque nadie hubiera metido la pata ahí”, etc. Aceptar nuestros errores es algo más complicado, es un proceso de introspección, comprensión y amor propio que nos permita llegar al punto de “cometí un error, al igual que le ocurre al resto de personas de vez en cuando, pero aprendí el mensaje que con él venía”.

Y es que dejar los juicios sobre nosotras mismas al cometerlos y observarlos desde la curiosidad, aunque sea una sensación desagradable, es la única vía para conocer el mensaje del error, porque eso es lo bueno de ellos, que traen consigo aprendizajes muy valiosos si somos capaces de mantener cierta distancia objetiva con respecto a él y evitar así caer en creencias catastróficas, generalizaciones o cualquier tipo de sesgo sobre nuestra percepción sobre el fallo cometido. 

En primer lugar debemos empezar a aprender a evitar las etiquetas “soy muy tonta”, “son una torpe”, “soy una inútil”… y pararnos un segundo para repetirnos mentalmente: Soy una persona, y como el resto de personas cometo errores y no se acaba el mundo por ello. 

También es importante llegar a comprender y aceptar de manera intrínseca que a las personas no nos definen unos resultados, sino los esfuerzos que hay detrás de él, esto no es tarea sencilla, yo misma todavía intento hacerlo mío, pero llegar a darse cuenta de todo lo que has hecho sin importar el resultado final puede enseñarnos mucho sobre nosotros mismos y hasta sentirnos orgullosos de nuestros esfuerzos o decisiones pasadas, pese a que el resultado no haya sido el deseado. 

Ahora bien, existen algunos errores vistos como tal por todas las personas, pero hay otro tipo que, tal vez, nos han hecho visualizar como un error cuando para nosotros no lo era, párate a ver qué piensas tú de lo sucedido y si tú lo consideras algo negativo, si la respuesta es que no entonces no te sientas culpable por ello ya que no eres responsable de lo que otros interpreten o califiquen como errores de ti, y si consideras que sí es un error intenta cambiar la perspectiva sobre él, es decir, observa lo que hay tras él y contémplalo como parte de la experiencia que vamos adquiriendo a lo largo de la vida y que te permitirá adquirir un mayor conocimiento sobre ti y poder actuar de otra manera en el futuro, para llegar a acertar o tener éxito o que algo salga bien es importante y necesario que la hayas, permíteme la expresión, cagado de lleno en varias ocasiones. 

¿Pero por qué nos cuesta tanto esto de aceptar nuestros errores?

Bien, pues se debe a que, en general, en el estilo de crianza que nuestros padres aplicaron sobre nosotros se nos mostraban nuestros errores como algo “horrible”, focalizándose toda la atención en los castigos que supondría o en recalcar la responsabilidad que teníamos sobre ellos, por supuesto que es importante, que poco a poco, los pequeños conozcan que sus acciones (aciertos y errores) tienen consecuencias, pero igual de importante es enseñar a descubrirles el mensaje/aprendizaje que todo fallo trae consigo.

“¿En qué crees que te has equivocado?”, “¿cómo crees que podría solucionarse o qué podríamos hacer ahora?, “¿cómo crees que lo podrías haber hecho mejor?”…

Estas son sólo algunas de las frases que podríamos emplear para transmitirle algunos de los mensajes importantes que ahora debemos aprender a adquirir con un mayor nivel de conciencia como son:

-Tus errores no te definen

-Esto te ha enseñado cómo no debes actuar/hacerlo

-Posibles soluciones a problemas

-Mayor conocimiento sobre tus creencias, valores y, en definitiva,  sobre ti. 

Así que por favor, no eres ni tonta, ni torpe, ni una inútil por haber cometido un error, obviamente que estos siempre traen consigo emociones y sensaciones desagradables, pero son estas mismas las que a través de la experiencia directa nos enseñarán más y nos permitirán un mayor aprendizaje sobre nosotros y sobre el tipo de personas que queremos ser. 

Y me remito a lo ya mencionado, no soy para nada un ejemplo a seguir en casi nada ya que yo también ando “en obras” en este tema siendo tantísimo el vértigo y miedo a cometer errores que siempre me quedo con las ganas de lanzarme o de ser quien quiero ser, pero es que sólo tenemos una vida y no podemos quedarnos contemplándola intentando no fallar, así que permitámonos cometer muchos errores y aprender de ellos tanto como podamos, al final, si llegamos a ver los errores como oportunidades de crecimiento habremos conseguido que nuestra vida esté llena de experiencias y aprendizajes que sólo son posibles de adquirir si eres capaz de decir en voz alta:

-“Soy una persona, y como tal, cometo errores”.

Ánimo, confío en que iremos avanzando poco a poco en nuestro camino a un mayor nivel de auto-aceptación y, con ello, de ese amor propio tan necesario y que tan olvidado solemos tener.

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

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