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Zikatrizes, el arte del Kintsugi

La gramática se me cuela hasta en el alma,

Somos el reflejo de las palabras que nos clavan,

Esas que nos golpean desde la infancia,

Esas que parecen etéreas y sin importancia.

Las letras no son sólidas, pero azotan.

Las vocales son los gritos que brotan

Arropadas por las consonantes que entonan

Canciones que se tatúan en la piel, gota a gota.

Saetas disparadas sin intención de dañar,

Pero aun sin propósito de matar,

Duelen en el pecho como disparos con saña.

Defensas que se convierten en ofensas

Ofensas que se convierten en leyendas

Pasan los días, los años, las hojas del calendario

Y se te van atragantando los agravios.

Disparan con las letras del abecedario

Van formando letanías 

que se repiten en tu mente día a día.

“No eres válida, eres tímida,

siempre dejas y coges manías”.

“Eres tonta, desordenada,

 Pareces triste y asustada,

Miedosa, patosa, siempre pareces apocada

¡Te voy a tener que cerrar la boca!

¡Aprende del vecino, del hermano o del primo!

Ellos harán fortuna, porque contigo…

Contigo no hay mas remedio que el castigo.

Y poco a poco te van pesando las estrofas

Pues la gente que amas,

 Esconde sus verdades en ofensivas mofas

Que para ti se vuelven pesadas alforjas.

Fue sin querer, repiten nuestros ancestros

¡Solo quería hacerte fuerte! dicen los maternos,

¡No me mires a mí con culpa! dicen los paternos

Mientras se te tuercen los renglones en los cuadernos

Temiendo que no eres ese ser perfecto,

Ese que quiere escapar de un infierno

Donde crees que lo imperfecto no es eterno

Solo es efímero, no puede sobrevivir a inviernos.

La letra con sangre entra,

Decían las antiguas maestras.

Yo digo que algunas letras atormentan

Y por dentro te revientan.

Sin antídoto son una muerte lenta.

Las heridas pasan a cicatrices.

Si las pones al sol, ves sus matices

Hasta puedes vislumbrar las raíces.

Tu no puedes elegir el origen

Pero el destino, tus pensamientos lo rigen.

Un día, tu cuerpo se empacha de ira

Y vomitas las palabras que tenías cosidas.

Te sientes liberada y agradecida

Ha quedado un vacío en tu vida

Que intentas llenar con preguntas sentidas

¿fue culpa de ellos o fue mía?

Te preguntas entre miedo e ironía

¿Seré una impostora o alguien con valía?

¡Ahora soy alguien a quien no conocía!

Volveré a hacerme un verso a mi medida

te repites mientras sanas tus heridas.

Ahora sabes que de tus cicatrices

Pueden salir flores sanas y felices

Palabras bonitas que tu misma eliges.

Ahora sabes lo que quieres y lo exiges.

Atrás quedaron las balas a quemarropa

Ahora eres tú quien te quieres y arropas,

Quien sana y se levanta las costras

Para convertirlas en salvajes mariposas.

Ya no duele, ni escuece

Sabes que no has doce sin trece

Que el dolor va y viene

Pero en esa emoción no te entretienes.

Ahora puedes agradecer tus memorias

Son las semillas de tu verdad, de tu historia

Sabes que tienes el poder de darle forma

de imponer tus límites como norma

y de apartar lo que te estorba.

Ahora las letras las siembras con tu forma

Puedes amarte palabra a palabra

Valorarte y quererte es ahora tu mantra.

De esas trizas que ahora son cenizas

Renaces con vigor, fuerza y pundonor.

Ahora hay enseñanza donde antes 

Había rabia, pena y dolor.

Te has convertido en una obra de arte

Sonríe, ¡ahora la gramática está de tu parte!

El odio ya no puede alcanzarte

Solo la luz puede por tus grietas penetrarte

Eres maravillosa, nunca pares de elogiarte.

Tu voz es hoy quien puede salvarte

Es la semilla y tu amor propio el fertilizante.

Zayra Abascal

Mamá PAS, terapeuta consciente y reflexóloga vital con un alma lleno de magia

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