Amanecía en La Savina, como aquellos días de agosto, sin tiempo y de calma profunda en el ombligo. Mis labios aún tenían el recuerdo de nuestro encuentro de piel a medianoche, de nuestra saliva en los huesos y esa mirada. ¿Por qué me miras así? ¿Cómo? Con ojos de enamorada. ¿Por qué me miras así? ¿Cómo? Con ojos de enamorado.
Había erupción volcánica en los ojos, belleza inexplicable que nunca supo expresarse. Cuando existía esa mirada y esa ternura en las yemas de los dedos éramos tú y yo y la delicadeza de un volcán. Éramos tan magos y distintos a todo que se nos olvidó recordarnos la diferencia. Se nos olvidó cuidar las madrugadas de secretos y los amaneceres de silencios corriendo en los ríos. Se nos olvidó nuestra mayor aspiración en la Tierra: dejar volar a los que amamos con sus propias alas, potenciar el talento de los seres, dar la mano a lo bueno, valorar y nutrir de paz indefinida al compañero, al instante, a la situación, a la vida. Ayudábamos a algo más importante que a nosotros mismos desde el arte, la humanidad y la generosidad, pero realmente nos habíamos olvidado de nosotros.
“Seamos más puros, más corazón, vulnerables y humanos”
Abrazábamos aquel amanecer de salitre y arena en los pies. Siendo Magos de los gestos, hechos y poesía de verso libre. Siendo lo bello de Stromboli y olvidando el bullicio de las erupciones que nos escriben. Habíamos sido estrellas mirando la luna y las luces que la envuelven esa noche de vivac en La Savina. Ningún sueño rechazaba a los sueños por ser sueños. Y tú y yo éramos la belleza del volcán del Tirreno en erupción, con el baile de los desastres y el galope de las carcajadas.
A menudo, no supimos aceptarnos mejor. Abrazarnos con nuestras alas y sumar hogar. Por eso, en tiempos difíciles, de cambio, reflexión con uno mismo y una enfermedad que pone a prueba a toda la sociedad, rindámonos a la vida. Abracemos más fuerte que nunca. Dejemos de amar con expectativas – así no habrá espacio a la decepción -, de querer con interés y comunicarnos desde el ego. Seamos más puros, más corazón, vulnerables y humanos.
Últimamente, hago una lista de las personas bonitas de mi vida. Os invito al mundo de las listas. Pero a la de personas bonitas debo obligaros… Algo cambiará dentro de vosotros en esta cuarentena, os acercará a ellas y os sentiréis como amaneciendo delante de Stromboli antes de erupcionar y valorando(te) mejor.