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Transición: cómo prepararse para el proceso

Nadie te dice que empezar a conocerte no es un proceso fácil, quizá lo es cuando inicias el camino, cuando por fin sabes lo que quieres y hacia a dónde vas, pero con forma avanzas se vuelve complicado, conforme avanzas duele, primero es fácil descubrir que el lugar en el que estas no te hace feliz, es fácil saber que tus metas no eran tus metas, momento en el que tu vida te empieza hacer sentido porque finalmente crees que has comprendido todo, eso es fácil o al menos es lo que crees, pero en realidad es el comienzo de un camino muy largo, la vida está llena de procesos inigualables, todos distintos, jamás pasamanos por la misma situación dos veces, quizá podría ser similar pero nunca igual, somos seres cambiantes, pocas personas te hablan de la incertidumbre que viene después de, el miedo a lo desconocido, la idea que gira en tu cabeza una y otra vez para intentar descubrir qué camino quieres tomar para hacer lo que te gusta, lo que realmente te apasiona.

Pocas personas te hablan de ese sentimiento de no encajar en ninguna parte porque finalmente descubriste que tu manera de pensar, de ser y de actuar no va acorde con una típica sociedad, y aquí es cuando viene el sentimiento de vacío y de soledad, pero también es cuando viene la fuerza y la determinación para empezar a buscar aquello que va más allá de cuestiones materiales, pero no solo eso sino que también viene la idea de si las decisiones que estás a punto de tomar serán las correctas las adecuadas, preguntas como: y ¿si me quedo? o ¿me voy?¿Cuál será el camino adecuado?  ¿hacia dónde me muevo? ¿por dónde empiezo? y muchas otras más, preguntas que quizá parezcan sencillas, pero en realidad se vuelven demasiado complejas, es difícil formar una autodeterminación para salir de un lugar que crees no ver cómo tu camino, admiro tanto a aquellos que lo hacen sin siquiera pensarlo, sin darle tantas vueltas al asunto. 

Nadie te dice que vas a llegar a un punto de confusión, con lo que algún dia fuiste, con lo creciste, con lo que te enseñaron y con lo que justo ahora estás construyendo, nadie te dice que perder personas, amigos, círculos sociales, actividades que creías que eran parte de ti también duele, también frustra, porque todo lo que implique pérdida llevará consigo un proceso de duelo, un duelo que nadie nos enseña a llevar y es normal, que tipo de personas seríamos si las cosas no dolieran, quizá ni siquiera habría empatía el uno hacia el otro, pero la cuestión es que en el proceso muchos se estancan dejándose dominar por sus emociones y en la mayoría de las veces el miedo hacia lo desconocido, hacia la incertidumbre. 

Nadie te habla de lo fácil que es un día y al siguiente no, pocos te dicen que en tu proceso iras abriendo heridas que jamás se cerraron por completo, heridas de la infancia, heridas de la adolescencia y a eso se le suma un proceso de transición hacia la adultez…

Descubrirte es maravilloso y más cuando entiendes que puedes pasar tiempo contigo misma, que no necesitas esperar a nadie para iniciar tu camino, empiezas a amar las tardes en un café, disfrutas tu compañía, pero la soledad también se vuelve costumbre y también duele, nadie te dice que las personas se alejan y tú te alejas de las personas, entonces es aquí cuando comienzas a creer que estar completamente sola y aislarte de todo también te lleva a un vacío, ciertamente a veces esa soledad la prolongas por tanto tiempo que te consume, te crees tanto la idea de que el hacer las cosas sola y vivir tus procesos sola es de valientes, pero dejas de creerlo cuando tus crisis de ansiedad van en aumento, en menos de un mes ya van cuatro y no pudiste decirle a nadie que quieras compañía en ese momento, que querías un abrazo y palabras de aliento, no pudiste decirle a nadie que estabas cansada, que tenías ese hueco justo ahí y que en ese momento estaba siendo tan tangible que dolía, dolía como si nunca fuera a terminar, te lo guardaste, porque no querías que nadie te viera vulnerable, te creíste la idea que la palabra vulnerable era sinónimo de debilidad, entonces disfrazaste aquella ansiedad con una sonrisa, una sonrisa que con el paso del tiempo se vuelve insostenible, y todo aquello que ocultaste por un tiempo se empieza a volver visible, ojos hinchados, el cansancio emocional se hace presente,  aun sigues sonriendo, pero ahora la sonrisa no es igual, intentas que nadie lo vea porque igual sigues pensando que vulnerabilidad es sinónimo de “debilidad”, hasta que te das cuenta que ese pensamiento es aterrador, miras a tu alrededor y te das cuenta que tienes personas maravillosas, pero la necedad de estar sola no deja verlas, insistes tanto en las palabra “yo puedo sola” pero te das cuenta que te dejan de identificar ya no pertenecen, quieres romper con ese patrón quieres abrir esa puerta para quienes les importas, quieres dejar de pensar que sola puedes continuar, solo que te das cuenta que has pasado tanto tiempo sola que olvidas cómo compartir lo que eres con alguien más.

Comienzas a darte cuenta que necesitas un círculo de apoyo saludable con ganas de crecer en todos los sentidos, finalmente aprendiste a estar sola, pero ahora es momento de aprender que la compañía es buena, la compañía también suma que las personas también nos ayudan a crecer, son maestros de vida, tu no puedes ser tu único maestro, empiezo a entender que la compañía no es mala, que la compañía suma, la compañía implica compartir y crecer con otros. 

Entonces desconcertada te miras al espejo, con un gran esfuerzo apenas y te reconoces, con el dolor en el alma, la mente desubicada, el corazón roto, pero con la esperanza de aquello que implica crecer, te decides a seguir adelante a gritarle al mundo y a romper el cristal que te creaste para pedir ayuda…

Joselin Zubia

Amante de la vida, creadora de instantes eternos, aficionada al arte, cultura y fotografía.

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