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“Sufrí maltrato psicológico y jamás denuncié”

maltrato psicológico
Imagen creada con IA por agencia Swing28.com

Desde que me detectaron ser víctima de maltrato psicológico ya ha llovido mucho tiempo. Todavía sigo siendo sufriendo por ello, ya que, por desgracia, comparto dos hijos en común con mi maltratador. Ahora que me tiene lejos sigue utilizando la violencia psicológica sobre mis hijos para dañarme todo lo que puede. Es un ser inconsciente ya que el daño se lo está produciendo a su sangre para intentar ejercer el poder al que estaba acostumbrado sobre mi persona. Lo único que me duele es el perjuicio al que son sometidos mis niños. La ira asalta mi vida al dañar lo que más quiero en este mundo.

El día que me etiquetaron con ese perfil al relatar los hechos de mi vida con él, diagnostico que me costó dos años aceptar, era presa de la justificación y la culpabilidad por intentar salvarme y romper lo que él llamaba familia. Emociones que han estado siempre presentes, que he intentado ocultar por miedo, pues mi vida era un infierno, sin saber cuál sería el ataque emocional que iba acontecer esa noche y sintiéndome una mujer que no servía para nada.              

Como muchas de vosotras, yo jamás denuncié, ya que pensaba que como mujer tenía que cumplir todos los roles: madre, esposa, trabajadora, ama de casa. Quizás mi educación o la sociedad me derivo a la aceptación de ese rol.  

Gracias al destino, tomé la decisión de separarme de mi agresor, aún teniendo dos hijos en común y con el miedo a cuestas de mi vida ante la amenaza verbal de que iba acabar con mi vida si iba a violencia de género o si le intentaba separar de sus hijos

Ahora que el terror ha desaparecido de mi vida, quiero reivindicar la situación de oscuridad en la que vivimos las mujeres que hemos sufrido y seguimos sufriendo el maltrato de nuestros agresores a través de nuestros hijos.

Ahora no tengo miedo porque he aprendido a quererme a mi misma, a sentirme valiosa y valiente y a disfrutar de mi independencia como mujer en esta sociedad todavía con muchos aires machistas. Y quizás, hablando claramente de ello, ayudé a que muchas mujeres a las que tienen todavía la venda sobre sus ojos, puedan desprenderse de ella y gritar soy mujer y es mi derecho no estar sometida a una esclavitud impuesta por la educación o por lo que dirán.

Nosotras somos invisibles ante la ley

La denuncia es una guerra de Colosos. Estos individuos son muy cobardes ya que el maltrato lo realizan de puerta para dentro y los únicos testigos son los hijos que son menores de edad pero que quedan traumatizados para el resto de sus vidas. 

Por lo tanto, creo que es necesario que, dentro del cuerpo policial, al exponerse dichos casos nos escuchen, porque a veces, se empieza con el maltrato psicólogo pero deriva al asesinato. Muchas no vamos a denunciarlo, ya que el miedo por nuestros hijos nos puede más y además tenemos que demostrar ante la ley lo que sufrimos día a día. Nuestra palabra no tiene valor, sólo podemos demostrarlo con testigos y yo me preguntó qué madre hace que sus hijos menores atestigüen en contra de su padre.

Me siento triste porque seguimos calladas, aguantando los duros golpes que nos imparten. Quizás nos hayamos acostumbrado a ser golpeadas, pero yo grito que tenemos que decirlo en alto para que otras mujeres o las hermanas que lo están sufriendo en este momento puedan salir de ello.

Algunas de las conductas que sigo soportando diariamente hasta que mis hijos tengan 16 años y puedan elegir por ellos mismos son las siguientes. Seguro, que muchas de vosotras os sentiréis identificadas conmigo. 

– Sometimiento de tercer grado a los niños al revisar los gastos de la cuenta asignada para los gastos.

– Falta de comunicación por parte del agresor. Utilización de los hijos como medio de información entre los padres.

– Un victimismo continuado del agresor por cualquier tema relación con los gastos o necesidades de los hijos.

– Autonomía de los hijos, aunque sean menores de edad, ya que lo que más le importa es el trabajo o ellos mismos.

– Ante los problemas de los hijos, la culpabilidad es nuestra. En mi caso, su forma de afrontarlo es negar todo lo que le propongo y su propuesta es nula. Por lo tanto no existe comunicación, ya que no hay feedback pero él sigue ejerciendo el papel de víctima ante la expareja.

Lo que más enerva es que siguen siendo unos maravillosos padres ante los ojos de la sociedad. Magos del ocultismo, pero socialmente reconocidos y productivos en su trabajo. Casi todos, comparten el patrón de que la atención de sus hijos, las semanas que les corresponde por la ley, son realizadas por sus madres, nueva pareja o dándoles autonomía a sus menores de edad. 

Lo que no sabe la sociedad es que nosotras, mujeres maltratadas, después de la semana de nuestros hijos con su progenitor, somos su parachoque emocional. Intentamos que no les afecté las mentiras que oyen de nosotras o como les tratan, asumiendo que la labor que desempeñamos se ira a la deriva la semana que están con su padre. Todas tenemos la esperanza de que nuestros hijos abrirán los ojos, como nosotras los hemos abierto, y nos pedirán que quieren estar con nosotras en un hogar donde la calma y el bienestar emocional es el aire que se respira. 

Por eso, me he decido a escribir estas líneas, aunque me haya producido lágrimas de dolor, porque atacan lo que más queremos en nuestras vidas para intentar seguir sometiéndonos  a su antojo y voluntad.

Mujeres, somos guerreras y pedimos justicia

Y tenemos la importante labor de educar a nuestros hijos en la igualdad para que estas situaciones algún día desaparezcan y  no tengamos que hablar de ello porque viviremos en una sociedad igualitaria, donde los hombres y las mujeres vivamos en consonancia y en respeto mutuo. El maltrato ya no existirá porque ya no habrá desigualdad por ser hombre o por ser mujer. 

Yolanda Moreno

Pintora y arqueóloga de las emociones. Mediadora en arteterapia.

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