Recuerdo el día que salió la canción de “Linda”, de Rosalía y Tokischa. Aquel día, ajena al lanzamiento musical, me metí en Twitter y fue de esos pocos días en los que sonreí después de entrar. Estaba pletórica, extasiada. No cabía en mí. No podía creer lo que leían mis ojos: “Rosalía bisexual”.
¿Habría salido del armario? Me estaba emocionando. Quizás no lo entendéis. Quizás os parece una nimiedad. Quizás pensáis que la orientación sexual de una cantante no me debería importar… Pero es que cada vez que una persona famosa sale del armario y deja de vivir sus relaciones en la sombra, se normaliza un poco más y somos un poquito más libres. Y claro, Rosalía no es cualquier famosa. Es LA famosa. Entenderéis la emoción.
Leyendo esos tuits, vi que los comentarios venían de un videoclip que acababa de sacar con Tokischa. “Linda”, se llamaba la canción. Obviamente me puse a verlo. Y no di crédito: “Las amigas que se besan son la mejor compañía” escuché. Se me torció el gesto. Esto podía salir regular o fatal. Seguí escuchando. “Nos besamos, pero somos homies”. Homies significa colegas. Esto pintaba feo.
“Siempre llego tarde, me coge el tiempo chingando. Tengo una negra en casa que siempre tiene ganas. Llegué tarde a la cita, estaba con La Rosalía”. Vale, estaban hablando explícitamente de que estas dos chicas tienen sexo entre ellas. Pero acaban de decir que son amigas. ¿Cambiará eso? Tenía que seguir escuchando.
“Yo me la como todos los días”. “Le muerdo el cachete como si fuera una fruta”. “Le escupo la cara al tiempo como si fuera mi puta”. “Uh, Toki, estoy enamorada”. “Nos besamos pero somos homies”. Pues no, no ha cambiado la cosa. Han dicho que se besan, que tienen sexo, que están enamoradas… Pero que son amigas.
La emoción inicial se convirtió en decepción. No me lo podía creer. Otra vez con el mismo cuento. Otra vez alguien hipersexualizando las relaciones entre mujeres como reclamo comercial. Y a la vez, invalidando esas relaciones diciendo que son “cosas de amigas”.
Podría pensar que de verdad son amigas que tienen sexo. Que Rosalía y Tokischa quieren representar una amistad que está tan por encima del amor romántico que tienen sexo sin que eso cambie su vínculo. Me cuesta creerlo con lo de “Toki, estoy enamorada”. Pero vale. Concedamos el beneficio de la duda. Pero entonces lo comparo con las canciones que tiene dedicadas a relaciones amorosas o sexuales con hombres. Y la comparación se me hace bola. Porque Rosalía se siente libre de cantarle a la “pistola” de su novio, roja amapola, sin meter ningún “pero”. Nada que rebaje la importancia de esa relación sexual. Cuando lo canta con otra mujer, sin embargo, sí mete el pero. No dice “nos besamos Y somos homies”. Dice “pero”. Una conjunción adversativa que niega lo anterior.
Rosalía y Tokischa no han hecho nada que no hayan hecho antes siglos de machismo: ningunearnos excepto cuando quieren sexualizarnos. Esa es la tónica habitual contra la que luchamos a diario. Cuando sales con otra mujer cuesta mucho que te reconozcan como pareja. Suelen llamarnos amigas. Aunque vayamos juntas de vacaciones, tengamos una cuenta conjunta en el banco o vivamos juntas. Nunca vamos a tener reconocimiento como pareja… Excepto cuando quieren ver porno. Ahí sí.
Cuando la sociedad nos hace esto, con una mezcla de machismo y homofobia, se llama lesbofobia. O bifobia. Y cuando un producto cultural hace ver que es LGTBIfriendly como reclamo, pero esconde esa misma LGTBIfobia, tiene otro nombre. Se llama “queerbaiting”.
Para confirmar mis sospechas de “queerbaiting” busqué declaraciones de las artistas y ellas me lo confirmaron. Tokischa, que se declara bisexual, quiso aclarar en una entrevista a EFE que el tema de “Linda” no hablaba sobre la comunidad LGTBI. Ya que, según decía, las mujeres pueden besarse sin necesidad de ser lesbianas o bisexuales. Que no había nada de homosexualidad en eso (recordemos en este punto que la canción también hace referencia a relaciones sexuales y enamoramiento). Eso sí, no cerraba la puerta y decía que cualquier miembro de la comunidad podía identificarse.
Es normal que a la comunidad LGTBI nos enfade el “queerbaiting”. Es una fea estrategia comercial que consiste en sugerir que hay un personaje o relación LGTBI, pero después no representarlo abiertamente. Es un intento de atraernos como público, pero complaciendo finalmente a quienes nos odian. No representan una relación entre dos mujeres, no vaya a ser que pierdan a los homófobos que consumen su producto. Y nos sentimos engañadas, porque cuando pensábamos que por fin nos han dignificado, que nos han considerado dignas de ser representadas, nos damos cuenta de que en realidad sólo nos han usado.
Y en la lucha por los derechos LGTBI, o estás de nuestro lado o estás en nuestra contra. Porque el mensaje que lanzas cuando sugieres una relación lésbica, pero no te atreves a representarla de verdad, es que hay algo ahí que está mal. Hay algo que la sociedad condena y es normal. Hay algo que no se puede mostrar. De relaciones y sexo hetero se pueden escribir cientos de canciones cada año de forma sorprendentemente explícita. Pero de nosotras no se puede hablar. Tenemos que seguir en silencio. Dentro de nuestras casas. Siendo libres sólo en la intimidad. A escondidas.
Hace seis años, Akelarre sacaba una canción que todas las lesbianas y bisexuales recordamos, especialmente por la siguiente frase: “No somos amigas, nos comemos el coño. Yaya por favor acéptalo”. Era una frase que nos parecía maravillosa porque, con humor, relataba una realidad que nos representaba a todas: tener una pareja mujer y que tu entorno piense que no os merecéis el calificativo de “pareja” y todo lo que eso conlleva.
La canción apela a la “yaya”, porque considera que pertenece a otra época y por eso es más común que no nos entienda. Pero si en 2021, Rosalía con sus 28 años no lo entendió, ¿cómo lo va a entender mi abuela? ¿qué esperanza nos da eso?
La representación importa. Hay una relación entre que se nos ningunee en la cultura pop y que las lesbianas y bisexuales perdamos derechos y a nadie le importe. Como cuando en 2012 el PP retiró el acceso al servicio de reproducción asistida a mujeres solteras o con otra mujer como pareja y durante años nadie, ni siquiera el movimiento feminista, peleó por ello ¿Por qué? Pues porque cuando eres tan invisible que nadie te reconoce como pareja, ya sea Rosalía o el Gobierno, no creen que merezcas los derechos que tienen el resto.
Por supuesto, Rosalía y Tokischa pueden publicar las canciones que les dé la gana. Y nosotras también estamos en todo nuestro derecho de señalarlo cuando nos usan. Porque mientras el resto del mundo piense que dos amigas que se besan, se acuestan y se enamoran son mejores amigas, nosotras seguiremos sin nada que perder. Y con todos nuestros derechos por conquistar.