En el avance y crecimiento de nuestras relaciones interpersonales como seres sociales que somos vamos adquiriendo distintos roles en los diferentes contextos en los que nos vamos encontrando, uno de esos roles es el rol de salvador y consiste en un rol muy sacrificante que en muchas ocasiones suele hacer daño a la propia persona que lo está desempeñando.
Las persona con este rol se caracterizan por una excesiva preocupación por los sentimientos y necesidades de los demás llegando a ignorar las suyas propias y sintiéndose responsables de la felicidad del otro en ocasiones, suelen ser en algunos casos algo paternalistas (sobreprotejo al otro por miedo a que por sí solo no sea capaz o por miedo a que sufra daños) y suelen ceder en sus intereses o necesidades para evitar a toda costa cualquier conflicto o impedir que surja. Desde fuera se suele ver con muy buenos ojos a este tipo de personas por mostrarse siempre “disponibles” a otros u ofrecer siempre la ayuda que necesite la otra persona, pero este rol tiene una gran tara y es que este tipo de personas siempre cuidan, protegen y dirigen gran parte de su atención y esfuerzos a otros, pero a sí mismo apenas suelen dedicar parte de atención, y en muchas ocasiones violan sus normas o límites propios generando diversos tipo de daños internos/emocionales en ellos mismos.
En general este tipo de personas no suelen tener una autoestima muy alta ya que mantienen una gran creencia irracional en su día a día que es la de que no merecen cariño o diversas muestras de afecto por el hecho de existir (sin hacer nada), sino que para recibir este afecto y ser valorados sienten que deben hacer algo por los demás, es por esto por lo que dedican grandes esfuerzos al cuidado del otro, por lo que si te estás sintiendo identificada con este rol y quieres cambiarlo y no sentirte obligada a estar en él siempre uno de los primeros pasos a dar es frenar y trabajar en profundidad esa autoestima dañada.
Otras de las razones por las que se puede desempeñar este rol es por el deseo de identificarse con el ideal de “bueno”, “servicial”, “mártir” (algo imposible por mucho que lo intentemos), sentirse útil o valioso (esto parece un buen objetivo pero no lo es tanto ya que sienten que simplemente por el hecho de ser o existir no lo son apenas), o sentirse superior al resto para cubrir así la inseguridad o sensación de inferioridad que puedan experimentar en ciertos contextos (yo estoy bien y tú no, así que yo puedo ayudarte a que estés bien).
Junto a estas razones debemos también mencionar que este rol en algunos casos puede emplearse como un mecanismo de evitación para no tener que gestionar las propias emociones desagradables, es decir, puede ser como un mecanismo de evitación para no encargarse de uno mismo ni de las necesidades propias al estar dedicando todo el tiempo al otro, por eso un segundo paso para salir de este rol es ser valientes (ya que no es un proceso fácil) y frenar en todos los aspectos externos para mirarse un poco a sí mismo, hacia dentro y cuidar y trabajar esas áreas que necesitan de tu atención.
Por último, otra causa por la que se puede desempeñar este rol es por una herida de abandono mal curada o no curada del todo (si ayudo a estar bien a otros -> soy indispensable para otros y, por tanto, no me abandonarán/dejarán de querer/rechazarán), para explicar cómo hacer frente a esto debemos volver a recordar el importante paso de trabajar sobre la autoestima, tu autoconcepto y la manera en que este influye en tus relaciones interpersonales, estos procesos no son nada fáciles de llevar a cabo, así que no dudes en solicitar ayuda psicológica si crees que puedes necesitarla.
Como hemos mencionado, todas estas características subterráneas del rol de salvador pueden generar grandes daños en la propia persona que está desempeñándolo, como por ejemplo, sensaciones abundantes y en gran parte de contextos de no ser apreciada o tenida en cuenta por los demás, fomentar la dependencia del otro hacia ti, desatender las propias necesidades ignorando o aceptando/normalizando conductas ajenas que nos dañan sólo por evitar el conflicto, establecer relaciones aparentemente íntimas, pero que no son reales ya que dejamos que el otro se abra ante nosotros, pero nosotros no solemos abrirnos o dejarnos ayudar por el otro de manera auténtica.
Hemos dado antes algunas de las primeras pinceladas acerca de cómo salirnos de este rol o cómo hacerle frente para que no nos haga daño a nosotros mismos, a continuación vamos a explicar más a fondo una serie de indicaciones sobre cómo volver a cuidarse a uno mismo, dedicarse la atención necesaria y volver a respetar y proteger las necesidades y límites propios:
- Atiende y válida tus propias necesidades y límites; estas no son menos importantes que las del resto, y al final para poder ayudar a otros sin hacerse daño a uno mismo es importante también aprender a cuidarse a uno mismo a través de la protección de tus necesidades y límites.
- Querer a alguien no implica sacrificarse por él/ella, es más, todo lo contrario, para querer bien a alguien antes tienes que quererte bien a ti, y esto no implica sacrificio, sino dedicación y tiempo. Las personas a las que quieres quieren verte bien y en esto tú juegas un papel principal, si alguien te pide más de lo que puedas dar es mejor que se lo comuniques y que valores el rol que estás jugando en la vida de esa persona.
- Aprender a exteriorizar el enfado y otras emociones desagradables; tienes derecho a estar enfadado y mostrar a otros tu rabia, tienes derecho a estar estresado, tienes derecho a estar triste y, por supuesto, tienes derecho a estar mal y ser tú quien necesite que le escuchen, que le apoyen o que le cuiden.
Igual que tú cuidas y quieres a otros debes aprender a soltar el control de la situación y dejarte querer y cuidar por otros, esto también es una muestra de amor.
Aprende a hablar claro y directo sin miedo al conflicto; a veces las personas salvadoras tienen tanto miedo al conflicto que hasta se pueden comunicar de una manera vaga y ambigua para evitarlo. El conflicto es algo natural e inevitable en la vida y, es más, puede ser una oportunidad de crecimiento tanto individual como a nivel de vinculación. Así que trabaja tu manera de
comportarte y comunicarte frente a los conflictos para así no sentir tanto temor ante estos. Aprende a pedir ayuda, mostrar tus carencias, tus áreas de trabajo internas, tus miedos e inseguridades, en definitiva, aprende a mostrarte vulnerable ante el otro. Acepta que no siempre puedes ser tú quien ofrece ayuda o apoyo y reconoce y acepta que habrá veces que seas tú quien necesite recibirla, hay personas que estarán ahí para ofrecértela, pero comunícaselo.
En definitiva, el proceso de abandonar el rol de salvador no es nada fácil porque en el transcurso tendremos que batallar con gran cantidad de ideas irracionales e inseguridades, pero liberarnos de este rol es una gran oportunidad para ser más libres, más sinceros y reales con el otro en nuestras relaciones interpersonales y, en definitiva, más felices. No siempre puedes ser tú quien se mantenga en pie por si alguien necesita ayuda, a veces debes confiar en el resto de personas y en el vínculo que te une a ellas y darles el privilegio y el regalo de que sean ellas quienes te ayuden a ti, soltar el timón, dejar de tener el control y agarrarse a la confianza y el amor hacia uno mismo y hacia el otro; no será fácil el camino, pero te permitirá ser más real contigo mismo y con otros.
Ánimo, sé que lo conseguirás, sé que lo conseguiremos pasito a pasito.