Todos queremos ser amados y amar a alguien especial para tener un proyecto en común en esta vida, pero la verdad es que es un camino tortuoso que seguir.
Muchas de nosotras, encontramos a alguien, y según la educación familiar que hemos adquirido nos conformamos con lo que tenemos. Nuestra vida, se convierte en una rutina incierta basada en el matrimonio convencional, dejando de lado nuestras ilusiones para convertirnos en cuidadoras de nuestra familia, porque es lo que nos toca.
Renunciamos a nuestra libertad como ser humano para que nuestra pareja e hijos sean felices, renegando de la nuestra. Dejamos de lado nuestro Yo interior para cumplir con nuestra labor establecida como mujeres desde hace siglos.
Yo como mujer, de hoy en día, me cuestiono muchas veces si cuando quiero renegar de algunas de las cargas que la sociedad me ha marcado por mi género, me culpo por no ser buena mujer. ¡Mentira, el género masculino también puede realizarlo, pero no es lo habitual actualmente!
Recuerdo comentarios de mujeres que me comentaban: No te quejarás, colabora en casa. Como que colabora, es obligación de ambos o tengo que estarle agradecida.
Si crees que las cosas han cambiado, sólo tienes que dirigirte a la salida de un colegio y darte cuenta del porcentaje de madres que esperan a recoger a sus hijos, las estadísticas del género que se pide reducción de jornada, o las personas que están en esperando en una consulta pediátrica.
Amar es dar sin recibir nada a cambio, pero como somos mujeres tenemos que dar siempre porque es nuestra responsabilidad por el género que nos ha tocado vivir y porque nuestras madres han sido así, esclavas de su educación que nos han trasmitido y que cada día lucho para que mi hija no la reciba y cree su libertad como persona, independientemente del género que no ha elegido vivir.
Por eso reivindico mi derecho como persona a ser independiente y ser yo misma, le guste a quién le guste. O me quieren como soy o puerta.
Yo te quiero a ti pero me quiero más a misma. Es el principio de un amor sano, saber lo que una está dispuesta a dar y si lo que das te produce dolor, rabia, angustia, es mejor alejarse de ese amor. El amor es liberación y no una condena que no deriva a ningún puerto, sólo a la esclavitud de querer lo que otra persona ansia o ser lo que está sociedad me ha marcado. Los príncipes y princesas que se conocieron y fueron felices para siempre no existen.
El amor se construye día a día, cuando te ahoga, es mejor descansar de ese amor para conectar con tu Yo interior y seguir siendo tú misma, no lo que otros esperan de ti. No quiero una persona que esté todas las noches conmigo, necesito mi espacio personal, donde construyo mis expectativas de vida, creo y conecto con mis deseos y emociones. No quiero realizar una planificación semanal del tiempo que dedico a mi pareja porque eso no es amor es trabajo.
Muchas veces el lenguaje verbal no vale sino las acciones, el lenguaje no verbal para demostrar a la persona amada que se está con ella porque cuando te han solicitado algo y al final eso no es concedido y se sigue actuando de la misma forma, el agotamiento llega. No me valen las palabras, las palabras ya están dichas, sólo me valen las acciones.
La relación no se basa en estar a su vera todas las noches, compartir el mismo lecho sino en compartir el tiempo que se está unido porque al final el acto de amor se convierte en rutinario y ya pierde la esencia y la magia. Se convierte en imposición.
Amor es escuchar y saber lo que necesita el otro, ayudarle y dárselo antes de que te lo pida, porque le conoces y sabes lo que espera de ti, sin luego decir gracias a mí.
Estoy cansada de que por ser mujer tenga que seguir las pautas sociales marcadas educacionalmente para mi género. Soy mujer y no sólo quiero sólo dar, quiero recibir y si estoy agotada, ¡poderlo gritar y decir ya basta! Tengo derecho a tener mi independencia, salir con quien quiera, hacer lo que me de la gana sin tener que pedir permiso. No me valen los consejos de ten cuidado, ya que como ser humano, tengo derecho a equivocarme y así aprenderé a actuar en consecuencia. El crecimiento personal se basa en aprender de los errores cometidos y seguir adelante.
Por todo esto, para mí el amor es libertad y no una prisión.