Para siempre, ¿realmente es así? Podría ser nuestra piel, el color de nuestros ojos y los millones de células que componen nuestro organismo; pero sabemos que no nos referimos a eso.
“Para siempre, lo saben hasta los dinosaurios, que nada lo es”
Una expresión tan corta y tan grande, compuesta de dos palabras que para una mayoría sería de felicidad y en cambio a mi me aterra.
Nacidos y consagrados por esta afirmación derivada de la religión, ¿tendría la misma influencia de haber nacido en una isla en mitad del pacifico a kilómetros y kilómetros de otro seres humanos y civilizaciones desarrolladas? Creo que no.
“Sentimientos, hechos y diría vidas, han girado y giran entorno a ello”
Acostumbrada a mi entorno de trabajo donde el tatuaje ha sido y sigue siendo juzgado por crear la individualidad del ser y su “ para siempre”, crea muchos debates y estamos hablando solo de piel, sin juzgar como rige acciones más grandes y vitales tales como el matrimonio, el amor, tener un hijo o un trabajo. ¿Qué enamorado no se asustaría si midiera por un instante el alcance del juramento que hace, y no a la ligera, de entregarse para toda la vida?
“Paradójico que el amor sea para siempre o hasta que la muerte nos separe”
Hay una frase de una de mis películas favoritas que dice “la infancia termina cuando sabes que vas a morir” ( El Cuervo) donde sabes que la vida tiene un final y todos lo tendremos.
Así que desligarse de términos que cultural y generacionalmente nos han marcado; será positivo para el crecimiento personal y espiritual, centrándonos más en la esperanza y la cooperación como sociedad.
Podríamos decir que son solo palabras, pero también cadenas de tal sutileza y cinismo que pocos se atreven a cuestionar y contradecir, y me gustaría saber por qué hay tanto temor a ello.
Muchas cosas tienen que cambiar todavía, y día de hoy estamos más cerca de romper estas cadenas si hablamos de ello.