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¿Por qué escribir poesía?

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Siempre he pensado que para escribir poesía necesitaba saberme todos los tipos de verso y poema, todas las figuras literarias y las métricas, haberme leído todos los poemas desde Lorca hasta Garcilaso y poseer un vocabulario gongorino. Creía que un talento innato y sobresaliente era necesario, y que solo unos pocos privilegiados –sí, en masculino– eran merecedores de hacerse llamar poetas. Que lo que yo escribía y pudiera escribir no era más que fruto de la suerte y la imitación, y que siempre me faltaría algo para que se me pudiera considerar del gremio. Pero nada más lejos de la realidad, Silvia.

Escribí mi primer poemario con 11 años, inspirándome en la eterna Gloria Fuertes, y desde entonces no distingo los momentos en los que he dejado de escribir poesía sin saber que lo hacía. Con el tiempo, y siendo consciente del tipo de sociedad en la que vivimos, que invisibiliza a las mujeres artistas y que nos impone un camino de piedras, barro y espinas para alcanzar nuestras metas y objetivos, fui abriendo los ojos como quien despierta de un sueño. Uno de los bonitos, además: la ignorancia. Entendí que nada me hace menos poeta que nadie, esencialmente porque cualquiera que intente definir lo que ser poeta supone está abocado al ridículo; no se puede poner lazos al agua ni enjaular el aire. 

Por tanto, si etiquetar al poeta y a la poetisa peca de absurdo, ¿por qué restringir la poesía no iba a hacerlo también? Dónde empieza y dónde termina el significado de poema. Porque, llamadme loca, pero jamás encontré similar la poesía de Quevedo y de Almudena Vega, o la de Alberti y la de Maria Mercè Marçal. En todas y cada una de las sesiones de micro abierto o recitales de poesía a los que he asistido he descubierto una definición nueva de poema –y de poetisa–. Porque igual que si solo se hubiera podido pintar de un modo no conoceríamos nada más allá de los bisontes de Altamira, más de una hubiera muerto de pena por no poder escribir lo que realmente de sus dedos nacía. Y quién te dice a ti que no puedes ser tú la próxima Safo de tu tiempo. 

En realidad la pregunta es, ¿por qué no escribir poesía? Porque no necesitas rimar nada con nada, ni contar sílabas ni saber lo que es un oxímoron si no te apetece para escribirla. Porque la poesía te encuentra sin que la busques, y porque solo necesitas un corazón capaz de bombear sangre en tu cuerpo para ser poetisa. 

Una buena maestra me explicó una vez por qué la poesía es algo innato para el ser humano. La poesía bebe del ritmo y de la musicalidad. Y qué somos los cuerpos humanos sino ritmo y música. Aunque pretendiéramos permanecer en absoluto silencio, siempre habría algo dentro de nosotras que lo rompería: nuestros latidos. Solo tenemos que reparar en ellos para encontrar el ritmo de nuestro poema de vida, de todo lo que tenemos que contar. 

Nunca esperes a ser poetisa para empezar a escribir poemas.

Silvia Peces

Maestra, poetisa y activista. Solo hay una manera de vivir: salvajemente.

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