Has de saber que, al susurrarme,
todas las partes de mi cuerpo
gritan rogándome que no pares.
Si alzaste una copa
fue para brindarnos
y no para abandonarnos
en una bonita frase.
Si las espinas no arañasen,
nunca podríamos hablar
de la belleza de la sangre
ni de la historia de una herida.
Qué bonito es sufrir y curarse.
Entregarse y protegerse
de besos que muerden
para endulzarnos la vida.
El dolor me hace saber
que una diosa
no es quien se encuentra por encima,
sino quien transmite su grandeza
desde abajo.
No olvides,
que los instantes
otorgan protagonismo y alumbran
nuestros momentos más preciados
al vestirse de inmortalidad.