“Quizás mi sonrisa se contenía en los límites de esa bañera que tiempo atrás ubicaba tu piel entre el mármol frío que ahora te extrañaba”
No volverías,
con tus versos, a acariciarme la espalda.
Porque todas tus palabras son
poesía
si me las dices a oscuras
entre burbujas de jabón
con dulce aroma a canela.
No volverías
a sentarte conmigo en la azotea
y contemplar el nacimiento del sol
en el mar, allá a lo lejos.
La lejanía en que te hallas ahora
pesa demasiados miedos,
como las manzanas que
mordí sin ti.
No volverías
para contarme que los ríos
que surcamos juntos fueron a morir al mar,
y se fundieron con las olas
hasta desaparecer.
Nos atizaron fuerte.
Y tú
no volverías,
a verme reír entre las paredes de mármol rosa
donde nos enjabonábamos
la piel
y los deseos.
Qué final tan triste para un cuento tan feliz.