Silenciar esos demonios,
no quiero escuchar sus voces,
que me gritan por el día,
me reconcomen por las noches.
¡Dios! Acalla sus lamentos,
que enmudezcan sus reproches,
no soporto más sus voces,
por favor, siléncialos,
aunque solo sea por una noche.
Me cuchichean, me lloran,
me piden, me agotan.
Por favor sosiega mi mente,
templa mi razón, ayúdame a
diluir el dolor de este pobre corazón.
Amordaza mi locura, pues sus demonios
y travesuras, juegan a enajenarme con los ecos de su voz.
Silencia esos demonios.
Siléncialos…