Huyes de la abeja, pero no te detienes
En la horrorosa inmensidad de la flor
Que le atrae, destinada a perder en el labor
Su fuerza y sucumbir en sus pistilos delicados.
Tienes pánico del tigre
Que se pasea furioso de lado a lado,
Pero no ves la robustez del hierro que le ciñe.
Le tienes pavor al milagro de la muerte
Y te fatigas ante la incertidumbre
De la materia oscura
Que te atraviesa la carne y no te inmutas
Porque no es igual a tu materia.
Cómo se sentirá, pienso,
Tu cuero sólido atravesando su natura sublime.
‘Le tienes miedo al violento río
Pero no al lecho que le oprime’
¿Le temes al amor que en éste mundo
es un niño que aún tiene mucho que aprender y sólo juega?
Te acobardas ante lo ‘oscuro’
Aunque lo que duela sea la ‘luz’
Que le revela.