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Manual para detectar a un psicópata

psicópata

Por estadística, entre los lectores, algún psicópata me estará leyendo ahora.

Varias investigaciones parecerían avalar que una de cada 100 personas es psicópata. Cabe especificar que existen escalas y tipos (como los integrados o los puros, o pueden simplemente presentarse algunos rasgos psicopáticos). Esto significa que, a lo largo de tu vida, existe una altísima probabilidad de que te topes con más de un par, o que incluso tú lo seas sin siquiera saberlo. Abajo te enseño cómo detectarlos.

No es exactamente un trastorno mental, tampoco una patología, la mayor parte de expertos te dirán que ni siquiera es una enfermedad mental. Entonces, ¿qué es la psicopatía?

Narcisismo, egoísmo, cinismo… Es más sencillo describirla que categorizarla.  Las primeras noticias sobre psicopatía datan del siglo XVII, pre-prensa moderna, momento en el que florecían y se instauraban las primeras gacetas. Se desconocía su naturaleza, pero ya aparecían historias de sucesos en las que se mencionaban individuos propensos a la violencia sin remordimientos, personas exentas de conciencia, maniáticos sin delirios. Se popularizó la idea de “locura moral” para explicar la incapacidad de algunos de seguir las normas de la sociedad, con aparente frialdad.

Con el tiempo, su génesis y etiología se fueron desarrollando hasta alcanzar las primeras clasificaciones y definiciones. No queda claro, aún hoy día, dónde colocar con precisión la psicopatía, pero ya disponemos de varios grupos y subtipos. No todo psicópata comete actos criminales, ni todos los asesinos son psicópatas. Hay muchos integrados, por ejemplo, desempeñando altos cargos.

Si te estás preguntando si serás psicópata, o si lo era tu ex, o quizá tu jefe, he aquí un listado de características para que le vayas dando el “check”.

  1. Son inteligentes

No tienen por qué ser superdotados, pero emplean con destreza el raciocinio y son capaces de distinguir el bien del mal. Lo que les cuesta más, a algunos, es calibrar el control de impulsos. Suelen, de hecho, desempeñar cargos de cierta importancia en el ámbito de la política, comunicación y empresa. 

2. Falta de empatía

Son incapaces de ponerse en el lugar del otro. Hasta tal punto no conectan, que se llega a hablar de “demencia semántica”, esto es, la incapacidad de asimilar el contenido emocional de las propias palabras. Aprenden su significado, pero sin interiorizarlo. Por ello, actúan con cinismo y superficialidad. Ni sienten ni padecen el sufrimiento ajeno.

3. Son egocéntricos

Y arrogantes y altivos, pueden mostrarse insensibles, irritables, dominantes. Tienen un encanto especial, muchos llaman la atención por sus dotes sociales, son embaucadores, sin embargo, todo queda en un tono superficial. Suscitan interés, saben manipular muy bien, el fin justifica los medios y no aceptan la responsabilidad de sus actos.

4. Unos interesados

Usan el victimismo y la mentira sin escrúpulos. Enredan y engañan, y lo hacen muy bien. De hecho, conciben las relaciones bajo un prisma de propio beneficio.

5. Conducta antisocial

Los cuatro puntos previos derivan hacia el rechazo de ciertas normas sociales, tanto delictivas (tipificadas) como meramente morales. Pueden presentar agresividad y violencia. Desde el asesino a sangre fría, hasta el que roba en una tienda, el estafador, o quien lleva a cabo violencia doméstica.

6. Son incapaces de aprender de la experiencia

Pueden simular arrepentimiento, incluso aparentar que asimilaron sus errores, pero no es más que una estrategia de convivencia y conveniencia para regresar a sus metas. En este sentido, los avances en neurociencia lo explicarían a través de variaciones en la corteza del lóbulo frontal. El debate se agudiza al plantear un porcentaje de predisposición biológica por anormalidades genéticas. Y sobre la tendencia a la violencia e impasividad, entrarían a jugar las alteraciones en la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo o la sustancia gris. Puede verse en un escáner el cerebro del psicópata.

7. Aparentemente sanos

De algunos, nadie diría que están “trastornados”. Quizá pueda detectarse algo raro, pero pueden pasar desapercibidos. Recordemos que viven en una constante estrategia. Muchos de los comportamientos “desviados” le otorgan al sujeto de estudio un terrible pesar, un sufrimiento. El psicópata, por lo contrario, no sufre su condición, no le agobia ser cómo es, no siente el estrés. Hasta tal punto resultan imperturbables que, expuestos a estímulos emocionales visuales, no muestran siquiera aceleración cardiaca, no hay extra de sudoración, ni tan siquiera parpadean, simplemente, no se inmutan.

¿Pleno?

Carmen Corazzini

Periodista, chica del tiempo, cazadora de terroristas, cinéfila y presentadora.

3 Comentarios
  1. Esta bien el artículo, es interesante. No obstante, nadie define al psicópata desde dentro. Para entender a un psicópata habría que pedirle o más bien persuadirle para que sea el quien se defina A sí mismo, solo así conoceríamos las verdaderas motivaciónes y/o esquemas mentales que ellos mismos tienen….hay que recordar, que sólo conocemos lo que nos cuentan los psicópatas diagnosticados, pero hay muchos más que saben que lo son, ejercen, lo disfrutan pero jamás permitirán que nadie más sepa ni analice su personalidad…. Y sobre los no diagnosticados no hay estudios…. Por ello yo leo el artículo y digo…. esta bien, es interesante, incluso se cumplen muchas de las cosas descritas… pero hay mucho más no escrito/sabido/conocido… Que no viene en los estudios y que queremos que siga siendo así…. Gracias por el artículo Carmen.

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