Al segundo mes confiaba ciegamente en ese hombre, había llegado el momento de salir de la ciudad y ella estaba preparada para seguirle.
Durante varios días estuvieron cruzando el país hasta llegar a la frontera, donde los guardias les dieron el alto, ella bajó la cabeza, se cubrió el cabello y tembló de miedo mientras el hombre salió del coche, hablo con los guardias, volvió y continuaron el camino. No podía creerlo, ese hombre era importante, hasta los guardias le respetaban y les habían dejado pasar, les habían permitido abandonar su país aunque no tenía documentación, ahora confiaba en ese hombre mucho más.
Seis horas después llegaron a la primera ciudad del país vecino, tras girar en varias calles, pararon ante una casa, la puerta se abrió y una mujer les invito a entrar y les dijo:” la Sra le espera en su despacho, la chica puede esperar aquí”, señaló una butaca y el hombre le dijo:”tu espera hasta que vuelva no te muevas” .
Asbelta se sentó y esperó, había pasado una hora cuando ese hombre salió del despacho, fue hacia la puerta y se marchó, sin decirle nada ni tan siquiera la había mirado, pasó delante de ella como si fuese una total desconocida.
Antes de que se diese cuenta de la situación la habían llevado a empujones a una habitación pequeña sin ventanas, tan solo con una vieja manta en el suelo, donde cayó de bruces, al salir los hombres cerraron con llave, estaba atrapada, no entendía nada ni a nadie.
Al día siguiente la puerta se abrió, una señora la empujó,esta vez hacia fuera de la habitación, varias mujeres y hombres la sentaron en un taburete, y le hicieron varias fotos, Asbelta seguía sin entender nada y nadie la entendía, prefirió callar y esperar.
Al día siguiente la llevaron al despacho donde la Sra le dijo “has tenido suerte muchacha, eres un buen producto y vamos a cuidarte ” le hizo varias preguntas que Asbelta no podía responder, no entendía nada.
La Sra. levantó la mano haciendo un gesto a uno de los hombres que salió del despacho para volver con otra chica, la Sra comenzó hablar y la chica traducía sus palabras para que Asbelta lo entendiera, la Sra decía “no sabemos tu nombre ni de dónde vienes y tampoco me importa, ahora eres una de mis chicas y te llamarás Mazda, lo entiendes, pronto podrás ir al continente”
Asbelta empezó a preguntar a la chica, no paraba de preguntar, quería saber tantas cosas.. la Señora la mandó callar y uno de los hombres le dio un golpe en un costado que la dejó sin respiración “no hables no preguntes solo voy a decirte que, ese hombre no volverá nunca, te ha vendido a la Señora y ahora eres de su propiedad” le susurró la chica mientras se marchaba.
Instantes después y de nuevo en la sucia habitación, Asbelta no podía dejar de pensar, no entendía cómo ese hombre tan amable, había podido venderla, y lloró sus primeras lágrimas de desamor.
Tras varias semanas encerrada, un día se abrió la puerta, un hombre le tendió la mano para levantarla, la llevó al despacho y empezó a gritar a la señora Asbelta sé encogió ante los gritos, al momento llegó la chica a traducirle lo que el hombre decía ” esta mujer es un tesoro y la tienes muerta de hambre, sucia y demacrada, como es posible que no hayas sido capaz de cuidar de ella como se merece, ahora mismo me la llevo y olvídate del dinero ya te he pagado suficiente por el producto que me das” le decía a la Sra, muy enfadado mientras tiraba de Asbelta hacía la calle donde un lujoso coche les esperaba.
Apenas sin levantar la cabeza entró en el coche y se quedó en silencio. Poco después pararon en una casa, el hombre salió del coche abrió la puerta y le hizo señas para que bajase.
Entraron en la casa y dos mujeres bajaron por las escaleras para recibirlos, una de ellas hacía señas para que Asbelta la siguiera, la otra se puso hablar con el hombre sin dejar de mirarla.
La casa era muy grande tenía un jardín rodeándola lleno de plantas y árboles, también tenía muros altos y hombres armados vigilando.
Mientras caminaban por el pasillo pudo ver habitaciones y chicas saliendo y entrando, también había muchos hombres y todos parecían felices riendo y bebiendo rodeados de niñas y mujeres, había también una gran sala con televisión, Asbelta pensó que aquello era increíble, la llevaron a una habitación, esta vez no era sucia y gris, era bonita y luminosa con una terraza desde donde se veía el mar, tenía un armario lleno de ropa y un cuarto de baño enorme, la mujer que la acompañaba, empezó a quitarle la ropa y le señaló una gran bañera llena de agua con espuma, Asbelta se sumergió y pensó que aquello era un sueño.
Tres semanas después seguía en la misma casa, paseaba todos los días por los jardines, la llevaban bandejas de comida, le habían dado ropa y zapatos de tacón que no sabía usar, se los ponía intentaba dar unos pasos y se caía, estaba feliz, no sabía cuánto tiempo pasaría allí, pero no la importaba porque tenía más de lo que había soñado, le hubiese gustado tanto que sus hermanas disfrutarán también de la comida de los baños de espuma, de la ropa, de una cama, encender un televisor todo era perfecto.
Llegó el día de abandonar la casa, le dieron un pasaporte con el nombre de “Mazda Alberta Jensen” le explicaron que ahora esa era ella, entre gestos y algunas palabras que había aprendido supo lo que tenía que hacer, se subió al coche, expectante y nerviosa sabía que se dirigía al nuevo continente.
Un avión privado les esperaba en un pequeño aeropuerto. Al llegar al destino y pasar la aduana le sellaron su pasaporte falso sin ningún problema.
En el aeropuerto había un microbús esperándola a ella y a otras seis mujeres de diferentes países, todas parecían felices y algunas no paraban de hablar, Asbelta no entendía nada pero le daba igual ya aprendería un nuevo idioma, era buena escuchando y aprendiendo hasta consiguió andar con tacones sin tropezar. Se había vestido con un caro y bonito traje verde y los zapatos negros a juego con el bolso y las maletas le parecían lo más bonito que nunca había visto.
Tardaron unas dos horas en llegar a un hotel que se encontraba fuera de la capital, las bajaron del microbús y pasaron al hall donde les asignaron una habitación a cada una de las chicas. No era una estancia muy grande, apenas tenía una cama, un aseo y un pequeño mueble con bebidas.
No les dieron los pasaportes ni tampoco les dejaron quedarse con la bonita ropa, los hombres de ese sitio no eran muy amables, y las mujeres de otras habitaciones parecían muy tristes, delgadas y demacradas.
La dijeron que esperase en su habitación, no tardó en llegar un médico para hacerla análisis, mirarle la boca, le puso un aparato en el pecho que noto muy frío, no sabía que era, nunca había visto un médico, la tumbó y le hizo abrir las piernas, Asbelta se negó las cerró fuerte y se puso de pie en un rincón, el médico la empujó contra el suelo , y mientras le hacía una revisión vaginal dos hombres la sujetaban, cuando el médico terminó, su cara había cambiado, salió enfurecido de la habitación gritando ” puta mierda de mujer, no es virgen, ponerla a trabajar con las demás”.
Habían pagado mucho dinero por ella, tenían que recuperarlo y además obtener beneficios, Asbelta fue obligada a ser una esclava sexual.
Muy interesante, muy bien escrito
Un relato muy triste, por desgracia realidad. Muy bueno amiga.
Que bueno Suuuu
Intriga y emoción
Llevalo a un libro de verdad