Todos cometemos errores. Y cuando eso pasa, de alguna forma, alguien siente que la sociedad los obliga a vivir con vergüenza, miedos, culpas, agachando la cabeza. Alguien queda para siempre con la autoestima alterada, la que, como un charco de agua, se va alimentando despacito, gota a gota desde aquel ínfimo agujerito en el techo.…
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