Con el pequeño frasco de cápsulas en mi bolso, una vez en el carro afuera del consultorio, se me nubló la vista. Empecé a conducir con las lágrimas cayendo por mis mejillas. Ni el sol en todo su esplendor en ese frío día de primavera canadiense me levantaba el ánimo. Después de recibir los resultados…
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