“Tengo 4 años y me despido del mundo de forma trágica e injusta. Gracias por la fuerza que me habéis dado y el cariño a mis papás y tetes. Y a los 5 amiguitos a los que ayudo a vivir con mis órganos, sed tan felices como he sido yo. Os dejo mi sonrisa para que no desaparezca.” Vera
Este era el menaje que difundía en Twitter, Ivan Pérez (padre de Vera), una de las niñas que fallecía en el trágico accidente de un castillo hinchable que salía por los aires en Mislata, Valencia. Con tan solo 4 años se despedía de la vida, ofreciéndole la oportunidad de mejorar la de otros 5 niños pendientes de un transplante.
La donación de órganos es “un gesto altruista, considerado como el mayor acto de bondad entre los seres humanos”, según la ONT (Organización Nacional de Transplantes). Cualquier personas en vida puede tomar la decisión de salvar o mejorar la vida de otros tras su muerte. En el caso de Vera, sus padres han firmado el consentimiento con el objetivo de que “5 amiguitos”, como bien dice el mensaje, puedan ser tan felices como lo ha sido la pequeña.