No puedo vivir sin miiii, no hay manera… No puedo estar sin miiii, no hay manera… (¡Ni quiero!)
Así sí, cantemos bien la “canción” desde ya. Y si probamos lo contrario, es cierto que pereceremos en el intento, más pronto que tarde nos perseguirá y alcanzará hasta no poder vivir.
Tan difícil y tan sencillo, en este mundo lleno de normas sociales y patrones familiares… la clave está en saber combinar algunas de estas reglas necesarias sin rehusar a nuestra autenticidad, nuestro ser, fuera de lo normativo y normalizado. Sí, a pesar de la mala conciencia que genera hacerlo diferente al macro o micro sistema, del miedo que da el desapego y aunque lo adornen con ideas del no amor (romántico), nuestra salud depende de ello.
Ser genuina nos ayuda a vivir cada situación de nuestro día a día con presencia. La autofidelidad debe estar, por tanto, lo que nos supone desde el aquí y ahora realizar un ejercicio de introspección, conmigo misma (y a veces algún guía), para poner foco en nosotras, escuchar mi voz interior (lo que implica muchas veces una cancelación activa del ruido exterior casi de última generación, sí)y así desde lo más profundo y puro traducirme, entenderme, legitimarme, accionarme y satisfacerme.
Sólo así podré serle fiel a la única persona que está y estará siempre conmigo, mi relación de por vida, de la que no puedo renunciar, sin la que no puedo vivir: yo misma.
