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No es una manzana podrida, es un cesto de manzanas podridas

La psicología social, junto a la psicología clínica, es una de las ramas de la psicología que estuve estudiando el año pasado por vocación total; a groso modo es la que se encarga del estudio de la interacción entre individuos o grupos de individuos (familias, países, colectivos, etc.) analizando los distintos tipos, el papel de las creencias, emociones y comportamientos en estos, sus objetivos y su desarrollo, incluyendo los colectivos y grupos de individuos que forman parte de diversas movimientos sociales, es un áreas que nos rodea desde que nos levantamos hasta que nos acostamos toda nuestra vida al ser seres sociales y necesitar de la interacción con los otros para nuestro desarrollo y evolución.

El primer día de psicología social y comunitaria, una de las asignaturas de psicología social, nos explicaron una de las metáforas más importantes de esta rama de la psicología y que me pareció realmente preciosa, pudiendo llegar a ser parte de una filosofía de vida y recordatorio a nivel laboral para ser unos profesionales de la psicología lo más cualificados posibles. 

Llegó nuestro profesor, encendió el ordenador y observamos en la pantalla una fotografía de un cesto lleno de manzanas, de las cuales sólo una de ellas estaba podrida.

-¿Qué veis aquí?

Las respuestas fueron varias; un cesto de manzanas, un cesto de manzanas con una manzana podrida, una manzana podrida, un cesto de fruta; tras un rato de diversas respuestas con la misma orientación el profesor dijo en voz alta:

-A simple vista puede parecer un cesto de manzanas con una de ellas podrida, pero lo que la psicología social ve aquí no es una manzana podrida, sino un cesto de manzanas podridas. 

Es cierto, solo hay una manzana podrida entre todas las que hay en el cesto, pero no por eso hay que infravalorar el poder y la influencia de esa manzana podrida, ya que si no se controla, si no se hace nada, acabarán dentro de un tiempo estando todas las manzanas podridas, esto no significa tampoco que solo debamos centrarnos en esa manzana defectuosa, hay muchos otros cestos de manzana en los cuales ninguna está defectuosa, entonces, ¿por qué en este caso hay una manzana podrida?, bien pues se debe a que el cesto que estamos observando tiene unas características que a simple vista no podemos apreciar que han hecho que esa manzana se pusiera mala, es decir, no estamos ante una manzana podrida, sino ante un cesto de manzanas podridas por la influencia que tienen el resto de manzanas sobre la manzana en mal estado. 

Llevándonos esto a la psicología, lo que significa es que al ser las personas seres sociales nunca podremos tratar, ni a nivel profesional ni personal, el problema de una persona aislándola de su contexto o simplemente cambiando su entorno (esto a veces o no es posible o no es efectivo), es importante en nuestro plan de tratamiento para la resolución de sus problemas tener muy presente el contexto en el que se encuentra (las personas más importantes en su día a día, su trabajo, sus hobbies, sus dificultades o maneras de relacionarse con los demás, etc.), por supuesto que nuestra primera exploración psicológica siempre la realizaremos acerca de la persona que nos ha pedido ayuda o en base a la información que esta nos proporcione, pero después es muy importante conocer su mundo, el entorno en el que se encuentra día a día y, si fuera posible (no siempre lo es), trabajar también con otras personas que conviven con el individuo, o lo que es lo mismo, con las otras manzanas que forman parte de ese cesto de manzanas. 

Esto que os acabo de contar se podría llevar a infinidad de situaciones problemáticas, por no decir todas, que se tratan en el contexto psicológico como, por ejemplo, casos de drogodependencia, casos de trastornos alimenticios, trastornos depresivos… pero a nivel personal también nos lo podemos llevar a muchas situaciones y, sobre todo, tenerlo en cuenta para desarrollar en mayor medida la empatía (creo que es algo que últimamente y lamentablemente falta en exceso), esto es, cuando alguien os cuente cualquier problema, esté algo raro o alejado, os hable de algo o simplemente decida comportarse de una manera u otra, por favor, recordar que las personas somos muchísimo más que un rostro, el problema de esa persona no sólo es fruto de su personalidad o factores biológicos (esto también influye en mayor o menor medida), sino que sus relaciones interpersonales cotidianas, los grupos de los cuales forma parte (ya sea como trabajador, estudiante u otro) y el conjunto de interacciones y relaciones sociales en su vida también influyen en él y en su estado. 

Así que por favor, os voy a hacer dos peticiones que ojalá llevéis a cabo en la práctica a partir de hoy;  desarrollar el amor y la empatía por el resto de personas (últimamente hace falta), y segundo, tener cuidado en la manera en que tratáis a alguien cuando os habla de algo u os comenta un problema y no acudáis a las tres o cuatro etiquetas que estén de moda creyendo que así ya ayudáis algo, a veces lo primero y lo más importante que podéis hacer es algo tan fácil y tan complicado como la escucha activa, no digáis nada por favor (a veces por querer ayudar demasiado rápido acabáis metiendo la pata), tan solo mostrarle vuestra disponibilidad para que hable tanto tiempo como desee sobre lo que desee, parece algo pequeño hacer esto, pero es una de las cosas más importantes que últimamente parece que muchos han olvidado. 

Y recordar, no es una manzana podrida, es un cesto de manzanas podridas que puede dejar de estarlo. 

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

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