Hola, este es un recordatorio para un tipo de personas específicas entre las que me incluyo:
Voy a hablarle a esa amiga de todo grupo de amiguis que es bastante reservada, alabada por todo el mundo por lo buena persona que es, vista como alguien super dulce, tal vez fan de Disney, y que nunca nunca se enfada porque siempre está con una sonrisa dispuesta a ayudar, ¿verdad?
Querida desconocida:
Voy a hablarte a ti e inevitablemente a mí misma también.
No existe ningún problema en mostrarte como tú quieras hacerlo, y tampoco en que la gente te describa como bondadosa, chica super Disney o cariñosa o, de manera exagerada, como un ser de luz (aunque ambas sabemos que esto no es cierto, ¡y menos mal!).
El problema surge cuando (de manera inconsciente en su momento y ahora conscientes de ello) hemos creído que debíamos ajustarnos a unas normas para seguir encajando en esa imagen bajo el temor de que si cambiamos nuestra forma de ser o simplemente nos permitimos ser como queramos ser en cada momento, las personas importantes en nuestra vida ya no nos querrán por el choque con la imagen demasiado idealizada que tenían de nosotras.
“¿Tú te masturbas?, no te pegan esas cosas”
Así que con ese temor en un puño y, a la vez, disfrutando también de esos aspectos que nos gustan de nosotras y que son alabados en ocasiones fuimos avanzando y disfrutando de nuestra vida; hasta que un día ocurre y nos damos cuenta de que la imagen que tienen demasiadas personas de nosotras no se corresponde con la realidad, un día cualquiera decides hablar del nuevo juguete erótico que te has comprado con tu grupo de amigas de siempre, o decides comentar claramente todas las cosas que te han molestado de una persona, o alguien te pide ayuda y le dices que ahora mismo no puedes estar ahí y, respectivamente, las respuestas son algo así como: “¿Tú te masturbas?, no te pegan esas cosas”, “no hace falta que te pongas así, tú eres muy comprensiva, deberías entenderle”, “pero con lo buena persona que eres, ¿cómo no vas ayudarme como en otras ocasiones?”.
Querida chica Disney de la sonrisa eterna que siempre está bien y feliz (mentira), tienes todo el derecho del mundo a ser real, es decir, tienes derecho a disfrutar de tu cuerpo tanto como cualquier otra persona, mandarlo todo a la mierda, gritar hasta quedarte sin voz si lo necesitas, manifestar tristeza, dolor, rabia, frustración o cualquier tipo de emoción que estés experimentando, tienes derecho a no avergonzarte si te hoy te apetece sentirte como Maléfica o como la villana que desees (que en el fondo sólo está poniéndose en primer lugar), tienes derecho a hacer lo que te de la mismísima gana sin tener que cumplir ningún tipo de norma externa.
Como ya te he dicho, no existe ningún problema en que seas la chica Disney de tu grupo de amiguis o la que siempre está dispuesta a escuchar, pero tú eres tan valiosa como ellos, y tienen exactamente los mismos derechos a ser escuchada, comprendida y, sobre todo, libre para ser como decidas ser en cada momento.
Te conozco, yo también soy esa clase de amiga, y sé que es imposible saber en qué momento aceptaste unas normas sobre tu forma de ser que nadie nunca te ha obligado a cumplir, pese a sentirnos obligadas a ajustarnos a ellas a veces, pero, escúchame, ¿vale?
Las personas que de verdad te quieren en tu vida te han demostrado infinitas veces que les da igual como decidas ser, que te quieren en todas tus versiones posibles, así que simplemente te pido eso, que no te olvides en ningún momento de que eres libre de ser como quieras ser, y que si hoy quieres ser la reina de los unicornios, mañana hablar durante horas de tus fantasías sexuales y pasado gritar que estás hasta el coño está bien, está muy bien porque eres tú, es tu vida y las personas de esa lista de “imprescindibles” sólo quieren verte feliz.
También puede que hayan alguna que otra persona que te digas frases como: “has cambiado”, “no te pega a ti esto”, “no es propio de ti”, deja que se larguen esas personas, las importantes siguen ahí, cerquita de ti, aunque a veces lo olvides.
Y sé que llegar a todo esto no es fácil, yo misma he tardado y recorrido un largo camino hasta aquí, pero llegar a ser conscientes nos permite volver a sentirnos poseedoras de nuestra libertad y disfrutar de ella tanto como el resto de personas, es nuestro derecho y nuestro deber, ¡disfrutémoslo!