No lo sabía, no sabía que aquella sería la última vez, mi última vez que amé, la primera y última vez que volvería a sentir esas famosas mariposas en el estómago, que ahora recuerdo como avispas asesinas que me atraviesan el alma.
No lo supe, pero ahora lo sé, sé que es la última vez que amé y, ¿sabéis que? Que lo hice muy bien, no sé y realmente no me importa si él lo supo, lo sabe o lo sabrá, pero sí, yo amé, mucho, bonito, sano, intenso y de verdad… y ahora me pregunto, ¿realmente las personas sabemos reconocer a esas personas que se cruzan en tu vida y te aman de esa forma? Quizás a mi me pasó a la inversa, que alguien me amó y no lo supe ver, reconocer, valorar o sentir, me hago esta pregunta porque realmente no lo sé.
Entre tanta banalidad a veces perdemos el sentido de lo real, de lo auténtico del valor de la palabra acompañada con hechos, pero ¿hay otra manera de amar? Yo no la conozco, que alguien me saque de esta ceguera de almas en continuo movimiento, van y vienen, te tocan, sientes y se van. Sé que no soy la media naranja de nadie ni nadie es la mía, pero creo saber reconocer cuando algo es de verdad, y si lo veo, lo toco, lo siento creedme que me paro a mirarlo, a saborearlo, a sentir qué siento, por qué lo siento y hasta donde me puede llevar eso que veo justo ahí, ¿en qué momento dejamos de ver?
Dicen que cuando nacemos venimos con todas esas cosas que se suponen que nos hacen humanos, nos sorprende todo aquello que tenemos a nuestro alrededor, si reímos lo hacemos de verdad, si lloramos también es de verdad, si tocamos es de verdad, si descubrimos es de verdad, si escuchamos es de verdad, ¿acaso la vida no es eso? Y la vida aunque efímera es de verdad, ¿no? Porque dejamos de ser eso VERDAD, a veces cierro mis ojos y me traslado a esa niña que fui un día y que percibía este mundo no como una amenaza si no como un lugar donde salir a jugar, con risas, con charcos para pisar, con cartas siempre a mi favor, con sueños llenos de todos los colores del arcoíris, esos momentos en que cuando decía que me gustaba alguien no era algo malo ni raro, era algo que me hacia enrojecer mis bonitas mejillas de una pelirroja sin pecas, delgada, risueña, soñadora, solitaria y divertida a la vez.
Donde nos perdimos, donde se fue esa esencia tan bella que iluminaba camino, lugares, momentos y personas… sí he amado muchas veces, pero la última fue hace poco y me mereció la pena y adivinad el por qué pienso esto… pues sí, porque fue “DE VERDAD” y es que me vais a perdonar, pero no sé amar de otra manera que no sea esa, defecto virtud, a favor, en contra, no sé describir qué significa esto para vosotros, para mí, lo único que sé es que ser autentico es mi única manera de transitar en este mundo. En el mundo raro que nos ha tocado vivir, pero en el que jamás pierdo mi sonrisa, que a pesar de encontrarme con corazones ciegos de tanta equivocación yo soy capaz de ver, sentir y ser más allá de la necedad absoluta incapaz de dejarse tocar aunque sea solo un segundo, porque hay más opciones, porque hay que empezar de nuevo, porque lo nuevo es más excitante y porque realmente así estamos a salvo de que no nos conozcan realmente.
Así puedo vivir el amor superficial en bucle, pero os diré algo todo lo que vivías “DE VERDAD” cuando esto llamado “vida” se acabe es lo que os hará sonreír y no con la cara sino con el alma, y así fue la última vez que amé con mariposas, calambres, pájaros a flor de piel, noches infinitas con cosas únicas, paseos intensos, risas sin importar lo que haya alrededor, con bañarse a oscuras pero con una luz que llena mil habitaciones, con conversaciones resolviendo el mundo aun sin resolver, con te amos para desayunar, comer, merendar y cenar, con bailes en la cama, locos, con historias sobre planes futuros, con hacernos el amor de las maneras más bonitas que os podáis imaginar, con miradas que solo dicen lo que sabes escuchar y no lo cambio por nada.
Sé que volveré a amar de verdad, y lo haré tan fuerte como me destrozaron el corazón, porque el tuyo no tuvo la culpa de que me lo hicieran añicos…