fbpx

La cirugía estética: un arma de doble filo

En las últimas décadas se ha dado un fenómeno social en el que tanto mujeres como hombres se han sumergido en la vorágine de los estereotipos y la necesidad de ingresar en los estándares más estrictos de belleza y perfección. Especialmente las mujeres, sufrimos la mirada ajena por no tener el cuerpo “que hay que tener” para ser consideradas ‘lindas’ o comerciales.

Hoy en día es un inmenso grupo el de las mujeres que pasan por el quirófano a moldear múltiples partes de sus cuerpos a su antojo. La ciencia avanzó de manera inescrupulosa y tenemos la posibilidad de hacernos infinidad de prácticas médicas.

Lamentablemente esos estereotipos de belleza, de cuerpos idealmente perfectos, delgados, simétricos, proporcionados siguen vigentes. Los que crecimos en la década del noventa, lo hicimos rodeados de modelos de cuerpos extremadamente delgados, con formas casi exactas. En el caso de las mujeres, con pechos y glúteos voluptuosos y el vientre extra plano, con los abdominales marcados. Y en el caso de los hombres, con cuerpos delgados pero además musculosos. Entonces nos hicieron creer que esas eran las formas correctas de ser. Y durante mucho tiempo las revistas y los medios audiovisuales nos bombardearon con dietas milagrosas para adelgazar, con productos dudosamente naturales para mantenerse “en forma”. Y a eso se le fueron sumando prácticas estéticas que cada vez se fueron poniendo más en auge entre las mujeres para sentirse bien con su imagen física.

Desde pequeñas, a las mujeres, nos adoctrinan con estereotipos: con qué juguetes jugar, cómo peinarnos, que aprendamos a ser mamás para la adultez, que seamos delgadas, proporcionadas, que nos visitamos “bien”…Entonces todas pasamos por la adolescencia tratando de parecernos a nuestras pares, de vestirnos todas igual, hacer las mismas cosas y tener los mismos gustos. Y no solo eso, también nos han mostrado hasta el cansancio a mujeres famosas con cuerpos ideales que deseábamos copiar sin éxito. Nos venden en los medios que las chicas famosas son un modelo a seguir. Y ellas tienen figuras “soñadas”, sin un gramo demás y con rostros de porcelana, pechos y glúteos atractivos. Estas concepciones perfeccionistas hacen creer que si no tenemos figuras parecidas a esas somos feas, que si tenemos un par de kilos demás o alguna imperfección en el rostro no somos suficientes. O que hay que hacer sacrificios extremos para permanecer con el mínimo peso. Acá aparece la figura de los intrusos en el organismo; con un obsesivo furor en sustancias artificiales, sospechosas, peligrosamente tóxicas. Las mujeres se rellenan los pechos, los glúteos, los pómulos, los labios, se colocan sustancias tóxicas en el rostro y no solo pierden la esencia de su belleza y fisionomía natural sino que también ponen en riesgo su propia vida.

Hace poco más de un mes, en Argentina, conmocionó la muerte de una famosísima actriz y modelo de tan solo cuarenta y tres años que se popularizó por participar hace veintidós años en la edición local del reality ‘Gran Hermano’ para luego participar de grandes éxitos en el ámbito televisivo y teatral además de su carrera en campañas de moda. 

Silvina Luna fue una de los tantos pacientes que por querer hacerse un “pequeño retoque” sufrieron las consecuencias con su propia vida. El país quedó paralizado, consternado, enojado con esta noticia porque, aunque Silvina estaba con serios problemas de salud, tenía muchas ganas de vivir y de curarse, tenía el sueño de ser madre y estaba inmersa en la fe y la espiritualidad donde se apoyaba para seguir creyendo en el futuro. Ella y muchas mujeres que se hicieron eco de su causa, por padecer las mismas circunstancias, se equivocaron y pagaron las consecuencias pero que sus errores nos sirvan para aprender algo muy importante: el cuerpo es nuestro templo y es lo más valioso que tenemos. Debemos cuidarlo porque es donde viviremos hasta el último día de nuestras vidas. Y no se trata de cuidar solo la imagen, sino de que esa imagen que nos devuelva el espejo sea bella porque nuestro interior está sano. Podemos cuidarnos con buena alimentación, haciendo ejercicio y de manera natural. 

¿De qué sirve quitarse arrugas, manchitas, aplicarse bótox, agregar volumen de pechos o glúteos, si eso no mantiene sano tu organismo?

Se puede cuidar el cuerpo cuidando, primero, el organismo interior. Si llevás una vida sana en varios aspectos, tu imagen se verá bien. Y algo más importante aún, ojalá todos pudieran aceptar su imagen tal cual es. Las arrugas, la celulitis, las curvas, son indicios del paso del tiempo y no se puede evitar, a todos nos llegará algún día pero mientras seamos jóvenes debemos cuidarnos porque en la vejez el cuerpo nos lo agradecerá.

En el mundo entero existe la creencia de que los cuerpos perfectos sirven de modelo y esto es cruel. No digo que haya que aceptar enfermedades ligadas al sobrepeso porque eso es un extremo; pero tampoco hay que irse al extremo contrario y obsesionarse con el cuerpo y maltratarlo. 

Ojalá más mujeres (y hombres) reales sean aceptados como símbolo de belleza. Y comprendamos que los actores y actrices, los y las modelos son un producto. Ellos trabajan con su cuerpo, con su imagen pero no son “todos los hombres/todas las mujeres “. Cada cual es diferente y hermoso por lo que lleva dentro. El cuerpo es solo el envase pero también es nuestra casa y cuidarlo también es amarlo y aceptarlo como es. 

Laura Garcia

Escritora de oficio y pasión. Amante de la naturaleza, la música y la fotografía.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.