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Historias detrás de las colas de hambre

Leche, fruta, potitos, pañales, comida materno infantil y demás alimentos, son repartidos en el centro de Madrid tres días a la semana en una fundación del distrito de Tetuán, a mujeres con niños y embarazadas en situación de vulnerabilidad, como es el caso de Sandra, una mujer de Cali, Colombia, que lleva cuatro años en España y perdió a una de sus niñas gemelas al nacer el pasado invierno. Sandra huyó a España con su hijo mayor desde Colombia, después de ser amenazada de muerte por uno de los hombres que asesinó a su primo delante de ella cuando tenía once años.

‘’Yo vi la cara a uno de los encapuchados que mató a mi familiar y fue a la cárcel, al salir de prisión me amenazó y me tuve que venir a España por mi seguridad y la de mi hijo’’

La organización ayuda a esta mujer de 39 años desde que se quedó embarazada de sus gemelas, no recibe ninguna ayuda económica y junto a su pareja paga 800 euros de alquiler.

‘’Mi marido habló con su jefe para que nos adelantaran dinero para pagar el alquiler y no tenemos más para las facturas de la luz, el gas y el agua’’

Relata Sandra con una sonrisa mientras sujeta el carrito de su bebé antes de acceder a la zona donde cada persona recoge los alimentos que la fundación les reparte cada día.

La Fundación Madrina surge en el año 2000 para ayudar a mujeres con niños o embarazadas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Los alimentos que reparten ‘’proceden, en su mayoría del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), adscrito al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y en menor medida del Banco de Alimentos’’, explica una de las voluntarias mientras muestra la despensa y las neveras donde almacenan los alimentos para el reparto, en una sala ubicada en la Plaza de San Amaro número 4 del barrio madrileño de Tetuán.

Los repartos de comida se hacen los miércoles, jueves y viernes, pero cada usuario solo puede recoger los alimentos uno de estos días. La fundación ayuda a una media de 50 personas a la hora en un turno de tres horas diarias. ‘’En tiempos de pandemia, llegaron a atender a 400 personas en un día’’, según Inma, una trabajadora del área de comunicación. Antes de pasar por la zona donde tienen colocados los alimentos, las mujeres deben registrarse y corroborar con su nombre y documento de identidad que están apuntadas en la lista del reparto de ese día. 

Auristella de 37 años vive en un piso de alquiler con su marido, sus dos hijos y su madre y es una de las muchas familias de la cola que sufre los efectos de la inflación.

‘’No ponemos la calefacción por miedo a no poder pagar las facturas”

La mujer que ha completado cinco cursos de formación en la fundación entre los que se encuentran, manipulación de alimentos o recepcionista de hotel, pidió el asilo en Colombia tras ser perseguida por el Núcleo Endógeno Socialista Francisco de Miranda cuando era líder juvenil del partido político opositor ‘Acción Democrática’ en Venezuela. El núcleo Francisco de Miranda estuvo a punto de secuestrar a su hijo de la guardería.

“Hui a Colombia y allí estuve cinco años con protección internacional, ahora me encuentro apátrida tras renunciar a mi nacionalidad y no tengo apoyo diplomático”.

Entre la multitud de la gente había una mujer ucraniana con un carro de la compra que esperaba a que le llegase su turno para recoger los alimentos de esa semana. Katerine, como muchos ucranianos, lleva en España un año, desde que en 2022 tuvo que abandonar su hogar junto a sus tres hijos como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania:

‘’Los cristales y las paredes de nuestra casa en Kiev, se movían constantemente y desde nuestras ventanas se veían misiles en el aire’’. 

Esta señora de 37 años era profesora de inglés y español en un colegio de Ucrania y ahora se encuentra en búsqueda de empleo:

‘’No encuentro nada de trabajo, también tengo pendiente convalidar mis títulos, pero eso cuesta dinero”

Según un estudio elaborado el pasado mes de marzo por Eurostat, la falta de reconocimiento de la educación adquirida en el extranjero es el principal problema al que se enfrentan las personas migrantes en su entrada al mercado laboral de España. Este proceso se suele demorar de media entre seis meses y dos años, además de infravalorarse las calificaciones obtenidas.  España es el segundo país con mayor proporción de migrantes que reportan este problema, según la encuesta.

Esta familia de origen ucraniano de cinco miembros no recibe ninguna ayuda económica, únicamente han solicitado la ayuda del Gobierno de 400 euros a través de una asistenta social, y aún no saben si se la darán al haber habido un error al tramitarla.

‘’Vivimos de alquiler porque teníamos dinero ahorrado, pero ahora se nos están terminando los ahorros y un amigo nos tiene que prestar dinero, si seguimos sin trabajar no nos quedará otra opción que volver a nuestra casa de Ucrania’’

Excluyendo el subsidio por desempleo, que cobran algunas usuarias de la fundación, la mayoría no percibe ninguna ayuda económica ni la Renta Mínima de Inserción, y por tanto, tienen que recurrir a comedores sociales o bancos de alimentos para comer porque el escaso dinero que consiguen lo tienen que invertir en el pago del alquiler.

Rocío de 45 años mientras hace tiempo en la cola con más de 20 personas delante afirma:

‘’No recibimos ninguna ayuda económica porque no sabemos si existe para nosotros y desconocemos cómo funciona’’

Migrantes con ilusiones truncadas en España

Es el caso de Elizabeth, una madre soltera de 25 años, que con 18 años recién cumplidos, vino a España desde Honduras en busca de un futuro mejor. Ahora con un bebé de seis meses que alimentar, tiene que recurrir a esta ayuda de forma esporádica para recibir comida materno-infantil tras sufrir las consecuencias de la subida de los precios en los productos de primera necesidad. 

Además, al no tener medios económicos suficientes, su familia le envía dinero desde Honduras para pagar la habitación donde vive junto a su hija en un municipio a las afueras de Madrid.

‘’Vine a España para salir adelante y buscar otro estilo de vida, y aquí continúo luchando’’

La pobreza ‘materno-infantil’ se ha duplicado en un año y sigue creciendo la brecha de pobreza por el encarecimiento de los alimentos infantiles, la ausencia de asistencia sanitaria y el aumento del family homeless por la carestía de los alquileres.   

Apartada de la cola del reparto de alimentos, se encontraba Jesica, una joven de 31 años y embarazada que pasaba su primer día en la asociación. La mujer junto a su pareja Gabriel de 38 años, fueron engañados por un hombre en Colombia que les reservó un piso y un empleo en Barcelona.

“Un chico nos iba a guardar un trabajo y le mandamos 800 euros como señal para que nos apartara un piso, cuando llegamos a España, le llamamos, pero tenía el teléfono apagado’’

Cuenta Gabriel tras buscar trabajo entre los voluntarios de la asociación porque deben abandonar en una semana el cuarto de limpieza donde viven desde su llegada a Madrid. 

En Colombia, Jesica era doctora y en el hospital donde trabajaba, la obligaron a trasladar a un paciente en una ambulancia que pasaba por zona de guerrillas, al negarse a realizar el viaje por la peligrosidad que suponía, la despidieron. 

“Lo único que tenemos es seguir hacia delante porque no tenemos otra opción’’

Relatan Jesica y Gabriel con esperanza por superar una de las etapas más difíciles de sus vidas. 

Virginia Ruiz

Periodista, apasionada por la investigación social. Luchadora y amante de los animales.

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